He asistido y asistiré a cuanta marcha, protesta y movilización ciudadana se convoque y me permita coincidir con mi tiempo libre, priorizando siempre la lucha por una mejor democracia, por una mayor libertad, antes que irme a la playa o de paseo, antes que echarme a dormir o descansar toda la tarde, antes que ponerme a reír o conversar, mientras millones no tienen paseo, ni playa, descanso, sonrisas ni espacios para conversar.
Es muy cómodo ver o saber que mientras unas estamos en la lucha constantemente, otras están -usando su derecho a dejarnos abandonadas y desamparadas- están jugando cartas, haciendo una parrillita o un almuercito de amigas, viendo el atardecer en sus casas de playa mientras se maquillan para otra noche “fantástica” o simplemente, lejos de todos, en su apacible vida que mira de costado cuando se les necesita, pero se pone en primera fila cuando sale la foto o dan el aplauso hacia el escenario.
El país se desangra y la anemia no les impacta, el país se sigue desmoronando pero los escombros no son de ellas y de ellos, sino de nosotras y nuestros amigos, hermanos y vecinos. ¿Porqué ocurre todo esto así?
Necesitamos golpes de valor y cuadradas de sinceramiento. que se nos diga que no quieren ir a una marcha, que se nos diga que “eso no da para ganar”, que se nos increpe que es una pérdida de tiempo si desean, pero que la cobardía no les haga príncipes o principesas de la crítica y la desmoralización hacia otros, porque no es de demócratas esa actitud, silencio y abandono de valores y principios en horas de lucha y entrega sin buscar beneficios.
La comodidad de ser espectadores y no combatientes por la Democracia y la Libertad, ha generado una nueva forma de cobardía ciudadana que dice sin pudor: “que lo hagan otras, que lo hagan otros”. Eso es inaceptable.
Gritemos juntas, avancemos todos, la Patria no merece engreimientos ni poses de “fastiadadas” o envidiosas, ni de ociosos remolones y obesos de egoísmo y vanidad.
Humildad, palabra, comunicación, acción conjunta, sin desmayo, hasta la derrota final del gobierno del odio y la violencia, hasta la derrota final del gobierno comunista.
Ha llegado el momento de preguntarte: ¿Estás con el gobierno o vas a defender al Perú del comunismo?