Anoche tuve un sueño del cual desperté con la pregunta que titula este artículo.
En mi sueño vi sentados en una mesa, con sus mejores galas, a Próceres, Precursores, Héroes y grandes personajes que dieron origen a esta bendita Nación que conforma la República próxima a cumplir 200 años de existencia y cuyo fin estaría próximo por la incapacidad y cobardía de su clase dirigente y de muchos de los ciudadanos en general.
En el aire se escuchaban en diferentes planos las proclamas de José Faustino Sánchez Carrión y de Bartolomé Herrera; la respuesta de Bolognesi y los bravos de Arica, las órdenes del Almirante Grau, el tintinear de la cucharita en la taza de Leoncio Prado, los estertores del Niño Héroe Manuel Bonilla, el crepitar del avión de José Abelardo Quiñonez al caer sobre las baterías enemigas, los gritos de los montoneros del Mariscal Cáceres en el día cumbre de Marcavalle, los trazos en el papel con el que Valer escribió su última carta, las palabras de Jorge Basadre, el “Viva el Perú, de José Olaya Balandra y otras gestas que hicieron grande al Perú.
Juramentos de luchar “hasta el último cartucho” que se han repetido cientos de veces y cumplidos hasta dar la vida; hoy cuestionan a quienes tienen el Deber de defender al Perú del enemigo interno y externo que enarbola la bandera con la hoz y el martillo.
¿De qué valió el sacrificio de miles de peruanos, con y sin uniforme, si hoy estamos a punto de arriar banderas y entregar la plaza llamada Perú a los enemigos?¿ De qué valen las medallas y el “sí juro” del siete de junio de cada año?
¿Se le acabó el valor a un Héroe de la Pacificación e hincará la cerviz ante quienes antes combatió en diversos frentes?
De pronto en medio de esas tribulaciones escuché al Almirante Grau decir que “al único caudillo al que rendiría obediencia sería la Constitución”. De pronto miles de copa se alzaron y gritaron al unísono, “Viva el Perú”.
Entonces supe que ningún sacrificio fue inútil; que cada gota de sudor, lágrimas y sangre no fue en vano. Que nuestra Patria tiene futuro. Que seguiremos viviendo en libertad. Que el ejemplo del Mariscal Cáceres iluminará la resistencia contra el comunismo como él y sus hombres resistieron al invasor chileno.
Nadie se rinde, ¡Carajo! Y si tuviéramos que dar nuestra vida por el futuro de nuestra Nación, así lo haremos.
“Si mil vidas tuviera, mil veces gustosamente las daría” dijo hace 198 años José Olaya antes de ser fusilado por los realistas. Que esta frase se repita en cada rincón del Perú desde Tumbes hasta Tacna; de Santa Rosa hasta el Putumayo y a lo largo de toda la costa.
A quienes corresponda: escuchen y sigan su ejemplo; sino, el oprobio de la cobardía y la traición a la palabra empeñada los señalará por siempre.
Nota de redacción: Recomendamos seguir a Don Tribi en su blog https://eloraculodedontribi.blogspot.com/
Fotografía, Museo de la Respuesta, Santiago de Surco, Lima