Todo aquello que hagas en nombre de una auténtica lucha por los principios y valores que sustentan la Libertad y la Democracia, debe encontrar eco y participación en los ciudadanos -individualmente- y en sus familias -cada una, varias juntas, muchas en un solo rumbo-, porque constituyen un compromiso permanente para recuperar espacios y posiciones, oportunidades y responsabilidades en beneficio del país en su conjunto, sin exclusiones, sin diferencias, sin celos por la gestión o la dirección de los mensajes y tareas comunes. Sin diferencias quiere decir que los ciudadanos se conducen por valores, principios y virtudes patrióticas y los que no lo hacen, están automáticamente fuera de la ciudadanía (por ejemplo, los subversivos y extremistas de las izquierdas del odio).
No se puede hacer convocatorias para el aplauso de unos y el figuretismo de otros, para llenar las alforjas de quienes sólo saben poner sus rostros en la fotografía, pero huyen en el combate diario, ese que se da en casa explicando lo que ocurre; en el trabajo informando lo que sucede; con los amigos compartiendo conocimientos y evidencias; hacia nuestros vecinos más allá de un saludo para llevarles una palabra y una invitación; con la gente que uno conversa de causalidad y hasta con los que se oponen a la Libertad y la Democracia, pero sabemos que lo hacen por ignorancia y carencia de formación, no por maldad política.
Hay una serie de tareas dispersas que cuando se llama a una convocatoria en las redes o en las calles, en el barrio o el trabajo, en la escuela o la universidad, en el taller o la fábrica, en la comunidad o en la asamblea, tienen que ser un solo puño, para convertirse en la unidad democrática que nos falta asegurar. Unidad democrática frente a la dispersión totalitaria y extremista de las izquierdas del odio. Unidad democrática que puede tener matices en sus componentes, pero que jamás se dispersa en el objetivo que nos identifica por el país.
Tenemos una marcha en formación, una marcha electoral de muchos rostros malos y pocas voces buenas. No se marcha para mostrar o aparentar con candidatos que nunca caminaron en la lucha, que no han andado sobre la tierra y carretera común donde se levanta la Bandera nacional que se siente cansada de la violencia, opresión y calamidad de gobiernos de las izquierdas del odio. Eso no sirve para el presente ni para el futuro, porque nos nivelaría al descalabro con los enemigos de la Patria.
Preguntamos a todos: ¿Ciudadanos de viernes o un sábado más? O por fin se comprometen a dar el inicio hacia una actitud cívica imparable, que no tenga límites ni cansancios, que no conozca de horarios ni de turnos, sino de constancia, perseverancia, secuencia y frecuencia. ¿Cuál es tu respuesta ahora, sientes compromiso con tu familia, con el Perú? ¿Tenemos que seguir viendo que se multiplicaron cárteles criminales para asegurarse “un partido” para las próximas elecciones y así hacer del delito otro gobierno más?
Hay que estar alertas ante esa avalancha de decenas de partidos políticos irregularmente legalizados, que han sido legitimados para que el Estado se siga desbordando sobre la gran crisis popular de ausencia de participación ciudadana, que lleva décadas en su “arrodillamiento y aceptación, silencio y sumisión”.
No se puede programar una lucha electoral, si es que comparamos este esfuerzo con un día más, con una tarde más, con otro “tuit” o lamento en redes sociales, con perder el descanso de unas horas o la playa que estábamos teniendo cada fin de semana y por eso, agotados de no hacer nada… NO fuimos a votar y el Perú se jodió otra vez más, como siempre, pero peor.
Si tu prioridad es dormir una larga siesta, estar en otro espacio, es tu derecho y te digo “hazlo”, es más… “no hagas nada, no te preocupes”. Pero eso sí, cuando te quedes sin trabajo como millones están hoy sin empleo, cuando la economía te ahorque como a cientos de miles de familias en las zonas más humildes y abandonadas del Perú, cuando el presente te sea adverso como lo sigue siendo para hombres, mujeres, ancianos, jóvenes y niños cuyos destinos no merecen ese maldito drama causado por la izquierda del odio y sus aliados, cuando eso ocurra… ya sabes lo que te voy a decir:
“El Perú se hace con patriotas, no se construye con cobardes. Los patriotas no descansan. Es momento que te levantes y le digas a los demás, que sean líderes de su destino y del rumbo del Perú, eligiendo mejor”
La Democracia y la Libertad no se conquistan con la soga al cuello; se lucha cada día para que no haya horca, ni verdugo, ni cadáver. La Democracia y la Libertad, son un alimento diario, una oración del alma, esperanza que se defiende como oportunidad para vivir, no para “sobrevivir”.
Rehabilitemos la política, rehabilitando la participación ciudadana en política.

