Dos sucesos convierten a los peruanos en un símbolo de unidad y alegrías, o en un símbolo de conformismos y luchas encontradas. El fútbol nos hace sufrir la emoción de ser hinchas y llorar, cantar, abrazarnos, saber que el que se encuentra a tu lado es un hermano en la misma tierra que a los dos los entusiasma. En el extremo opuesto, la política sucia, pervertida, impune, corrupta y ofuscada, nos hace discutir, alejarnos, separarnos, llegar en algunos casos a odios y agresiones intolerables. Es el Perú de hoy, algo que se destruye a sí mismo y no contempla diálogo.
Hemos pasado el espectáculo de la vacancia en el Congreso, como un insulto a las marchas ciudadanas que esperaban el debido proceso constitucional para limpiar al Estado de una dirigencia incompetente y a la vez, moralmente incapacitada. Se obtuvieron así más votos por la declaratoria de la vacancia, que por la permanencia de la obsecuencia, pero fueron insuficientes para lograr la paz social y la estabilidad esperada con un nuevo presidente que reemplace, de acuerdo a lo estipulado en la Constitución, al que hoy daña tanto al país.
Ni líderes, ni liderazgos en el Congreso, salvo voces pequeñas, excepcionales, valientes, pero sin ese requerimiento de respaldo popular amplio y diverso que es necesario para sostener una lucha política por la peruanidad. En cambio, otra vez los “abstencionistas” dieron legitimidad al escándalo y la intolerancia del gobierno. Y sumados a ellos, los que se juntan para hacer negocios por encima de la Ley y la Constitución que quieren cambiar, porque no les permite robar más.
¿Hacia dónde nos dirigimos como país? Estamos pensando primero, que a un país llamado Qatar, una tierra árida, lejana, donde se han invertido miles de millones para el espectáculo del fútbol, una promesa que nos permite soñar e ilusionarnos para olvidar dónde estamos y cómo estamos.
¿Hacia dónde nos dirigimos como país? Lamentablemente al abismo más profundo en lo humano, social, educativo, cultural, político y económico. A un abismo del cual nuestra historia registra que hemos estado allí varias veces, pero no nos acordamos, o nos tapamos los ojos para no ver esas historias de desunión, violencia y sufrimientos.
Urgen líderes convocantes, obreros y empresarios, campesinos y empresarios, maestros y empresarios, educadores y empresarios, así de claro es el reto, porque si juntamos estas fuerzas, creceremos sobre los escombros, abandonaremos el abismo y surgiremos como lo podemos hacer nuevamente.