El gobierno peruano es una mezcla explosiva y perniciosa de intereses desalmados que se componen, entre otras modalidades adictivas a la corrupción, a grupos de presión (no son grupos de poder) que “juegan” a la democracia como si se tratase de un negocio habitual, por lo que legitiman sus acciones de corrupción en legislaciones apropiadas a esos fines, contraviniendo el ordenamiento legal existencial. Hacen y deshacen desde el poder ejecutivo, legislativo, judicial y electoral y en esa actividad impune, los poderes se pelean y por eso se convierten en “grupos de presión” peleando por el poder.
Pero no es solamente ese “nivel de pelea” lo que vemos, leemos y escuchamos a diario en la batalla campal, sino que inmediatamente al lado, existen restos de instituciones que se han convertido en organizaciones sometidas o dependientes de los grupos de presión, como la Defensoría del Pueblo, el mismo Tribunal Constitucional, el Ministerio Público y los entes supervisores del Estado, como pueden ser algunas Superintendencias y estructuras públicas tipo FONAFE o empresas deficitarias o en quiebra como la ONP, PetroPerú y otras más.
¿Tenemos un enredo de responsabilidades en y desde los “grupos de presión” a los que les pagamos para que hagan desorden y estén enfrentados unos a otros casi a diario?
Nadie, ni el poder ejecutivo, ni el poder legislativo, ni el poder judicial y mucho menos el poder electoral tiene respaldo ciudadano. Eso es vergonzoso. Pero si sumamos al “poder oculto” que son los medios de comunicación, la situación es catastrófica, ya que ni uno solo es abanderado de posiciones en favor de una mejor democracia, de una mayor libertad. Sin embargo, cuando alguien puede decir que existen excepciones, éstas no son lo suficientemente limpias de contaminación como para afirmarlas en ese sentido, el de ser una excepción, porque habría que demostrarlo y es prácticamente imposible hacerlo.
Como ven, amigos y no amigos, el panorama está nublado desde hace años y no hay luz para avizorar mejores tiempos en el Perú. Por eso, el reciente “ajuste al país” efectuado mediante el cambio inoportuno del Canciller González-Olaechea, es una demostración de la severa desinstitucionalización que vivimos y que es aprovechada por el Foro de Sao Paulo que ordenó a Dina Boluarte -de acuerdo a nuestras fuentes, que nos revelaron parte de la inusitada conversación telefónica que sostuvo el convicto presidente brasileño Lula Da Silva con la cerronista y también izquierdista Boluarte hace pocos días, hablando solamente del tema Venezuela-, que sacara al Ministro de Relaciones Exteriores que estaba liderando una voz valiente en defensa de las libertades a nivel continental, ya que su discurso y réplica ante la Organización de Estados Americanos OEA, causó gran temor por un nuevo liderazgo anticomunista, al ser una decidida mención de rescate y vigencia de los principios y valores de la Libertad y Democracia aniquiladas en Venezuela, Nicaragua, Cuba y otras naciones que van por esa ruta de la izquierda del odio.
Boluarte accedió a la orden de Lula, a cambio de una futura impunidad auspiciada por el Foro de Sao Paulo. A ver, que lo nieguen.