El gran problema de los políticos que buscan afanosamente vivir “del” poder, sin estar necesariamente “en” el poder, es la poca habilidad, la escasa inteligencia y la nula visión que tienen para hacer sostenible en el tiempo sus propuestas, sus ideas, sus anhelos inclusive. Y es que para ellos, el dinero inmediato es la fuerza de sus vidas, sin importar cómo y de dónde lo obtienen.
El gran dilema de los políticos que buscan sigilosamente conspirar para controlar el poder, es el estar rodeados de gente servil y sin miedo al suicidio moral, personas “tachables” que se ofrecen en venta o alquiler, por temporadas y ocasiones, seres diversos, transversales y acomplejados que discuten de todo y por todo, que se ufanan de lo que no han hecho como si lo fueran a lograr. Son estrategas condenados por sus resultados, palabras y sentencias. Pero a los políticos “que quieren ser” lo que sea, les encanta tenerlos al lado y atrás, aplaudiendo y mintiendo, elogiando y brindando en el camino de suciedades y sociedades inmundas que les unen.
En este submundo delincuencial, porque ya no es el mundo de la inspiración política que tuvieron Fernando Belaúnde, Luis Bedoya y Víctor Raul Haya de la Torre –por citar tres ejemplos ilustres-, la porquería es el discurso, la estupidez es el ejemplo y la barbaridad es la consecuencia: leyes absurdas, normas contradictorias, regulaciones que ahorcan, veto al esfuerzo, castigo al éxito. Así, se destruye una nación lentamente.
¿Porqué hemos llegado a este punto de supuesto “no retorno” en un país que lo tiene todo para crecer, progresar y desarrollarse en Libertad? ¿Es una pregunta incómoda?
Es la realidad en una sola interrogante que debe enfocarse en: ¿Y ahora? ¿Seguimos en lo mismo? ¿Enfrentamos el destino impuesto? ¿Seguiremos aceptando la dictadura del conformismo, de lo que “tiene” que ser correcto porque de lo contrario no seremos aceptados en los circulos sociales de la huachafería peruana?
El rumbo de una nación no merece ser conducido por quienes repiten la escena del descalabro, el teatro del absurdo y el hundimiento de la verdad, por eso, hasta tomar realmente el poder, hay que ser prudentes y unir a sensatos, honrados, tenaces, valientes, capaces y patriotas, a emprendedores de una mejor y más fuerte democracia. Hay que limpiar el camino, pero en esa limpieza se tiene que contar con dirigentes, con líderes, con gestores; hay que sacar a los actores de la escena política. Un país en las actuales circunstancias, derivadas de más de 30 años de destrucción gubernamental desde los municipios, gobiernos regionales y ministerios, no puede desembocar exclusivamente en la opción congresal, eso es peligrosísimo y mucho peor que lo que estamos viviendo ahora.
No se trata de dar un respiro y volver a ahogarnos, se trata de respirar por completo y con los aires de la Libertad, aires que requieren ventilación completa.
Que se vayan todos, pero primero, que salga y se procese de inmediato a Castillo, Boluarte y sus cómplices para que en paralelo, se convoque a elecciones generales y se instale un gobierno de amplitud, consenso mínimo y objetivos medibles, alcanzables y prácticos.
No podemos seguir con los mismos y en lo mismo.