Es inaplicable la razón, cuando en la sombra se agitan iras y odios para lapidar toda muestra de conocimiento y verdad. Por eso, es momento de la prudencia, mucha prudencia y tolerancia frente a las agresivas “modas” y a las constantes tergiversaciones que con protagonismos fabricados, las izquierdas del odio se empecinan en mostrar a cada momento, desde cada medio de comunicación y haciendo una especie de alianza “desinformativa” para que las dudas dejen de lado a la razón. Estamos enfrentando una secuencia muy fina de manipulaciones que no son fruto de coincidencias, sino más bien, o muy mal, la etapa escalonada del ataque ideológico, mostrado como una “paz de los tiempos”, donde nuestros agresores se ponen en nuestros caminos, como si fueran embajadores de buena voluntad, lucha por la justicia y esfuerzo por la verdad. Y no es así.
Ni una sola voz o rostro de cualquier violento agresor marxista leninista, ahora apodado socialista, quizás frente amplista, morado, amarillo, lo justo (por lo injusto), los del buen vivir (para no compartir), ambientalistas (pero de la contaminación), perulibristas o de esos colectivos que más parecen combis piratas, ni uno de ellos “y de ellas” tiene una mínima gota de cordura, sentimiento, empatía o patriotismo, menos aún de religiosidad -por si acaso- para presentarse y dárselas de “referente”. Son fábricas manipuladoras, ventiladores de perversidad, cocinas de envenenamiento ideológico masivo.
Las izquierdas del odio están haciendo lo imposible para que la respuesta frente a sus mentiras y manipulaciones sea de igual calibre, pero no hay que hacerlo así, hay que educar la respuesta, no lanzar un grito similar. Y frente al uso de la imagen de Su Santidad, el Papa León XIV, no caigamos en las trampas ni en los extremos de quienes tampoco son lo que dicen ser, en ese catolicismo que grita y reniega. La Palabra de Dios no es propiedad de las izquierdas totalitarias, ni de las derechitas mercantilistas.
Por eso el título hoy de mi columna, en la línea de nuestra página de opinión: “Hay que luchar contra la ira y el odio, no provocarlo” porque la Paz, es la vida misma que hay que recuperar en todos sus sentidos y emociones antes que sigamos cayendo al vacío de los extremos, al mundo de los que odian, de los que quieren perdón y no saben perdonar.
