Estamos hundidos en la arena movediza, habiendo pisado ese territorio fatal a conciencia, suicidándonos paso a paso “como queriendo encontrar la felicidad en la muerte”, nos dice Ricardo Escudero en el Taller de análisis sobre la realidad nacional, efectuado por la Fundación Minuto Digital, el Instituto del Ahorro y la Red Latinoamericana de Periodistas independientes “Prensa Libre”.
Tenemos un gozo por lo terrible, una especie de satisfacción ante el desastre, como si del fin de nuestros días viniera la posibilidad de resurgir absolutamente libres de todos los males, haciendo desaparecer los recuerdos y experiencias negativas. Y es en ese sentido, ahora, que nuestro país sigue en el remolino del descalabro, donde los corruptos y los sinverguenzas, desde el gobierno y el congreso, se acostumbran a la impunidad que ellos legitiman y legalizan.
¿Saben que los hérores de la nueva verdad se hunden en sus mentiras? Así es. Personajillos que vivieron de las arcas sucias del gobierno de (a) “lagarto”, como por ejemplo (a) “la morsa”, (a) “marquisha”, por supuesto (a) “mabi”, (a) “el español renato” y de forma paralela, porque siempre estaban rentados vía el diario del túnel y la radio del ascensor, es decir (a) “el chato” y (a) “el cargador”, se encuentran en etapa pre funeraria por su enfermedad financiera de vivir de los gobiernos que se asustaban de ellos y ellas.
¿Ven la coincidencia entre los que usan los poderes del Estado impunemente y los que usan la prensa con la misma impunidad, vanidad y soberbia? Terminan por ellos mismos, en el cadalso, tarde o muy pronto.
De allí nuestro reclamo y a la vez exigencia ciudadana, porque hay que romper el cristal de la apatía y el silencio, porque hay que ser reaccionarios y darle duro a los que son el gobierno del desastre, la fábrica de pobreza, la máquina del desempleo, que junto al congreso de los innombrables, no merecen el poder que se les confió, gracias a la frágil democracia que tenemos desde hace décadas.
Pero mucha atención, porque si se fuera Dina (por renuncia o vacancia) podríamos quedar en manos del actual presidente del congreso, que es algo así como un Castillo prontuariado anticipadamente. Así que hay que pensar mucho y rápido, porque en este camino del desastre, no podremos llegar al 2026 y se repetiría el síndrome del eterno fracaso, de la eterna decisión entre los peores males.
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