La ignorancia puede perdonarse, es entendible, pero la maldad de las mentiras jamás. Las mentiras que se fabrican en las izquierdas del odio, las izquierdas de la violencia política, las izquierdas de la agresión constante y cobarde contra las instituciones tutelares y que fomentan -esas izquierdas- el abuso contra niños y mujeres, es inaudito, reprobable, condenable y tiene que sancionarse.
Ocurre que durante las últimas semanas, la denominada “narrativa del odio” comunista, por poco más y suelta novelas de ficción sin perturbarse, y hacen de sus discursos plagados de mentiras, la ocasión de un guión permanente de inventos para encender más odio y rencor, con tal de generar angustiosamente el caldo de cultivo para su pretendida movilización de carácter subversivo, pero con rostro angelical (que no pasa de creerse rostro, pero es una cara de maldad).
Escribe una clásica mentirosa en las redes: “…y estábamos frente a ellos, eran como quinientos Policías con fusiles de guerra, a unos tres metros y escuché la orden: mátenlos, mátenlos y no pudieron matarnos a todos”. ¿Y cuántos murieron en esa escena? Ni uno. ¿Y dónde estuvo ese día la que escribió esa mentira? En España, de lejos, mintiendo más, como siempre, pero peor.
Vayamos a la escena de la mentira: ¿Se imaginan solamente a un Policía, defendiendo un aeropuerto de la turba que lanzaba bombas incendiarias, de la turba que le tiraba piedras, de cobardes subversivos que hacían disparos con armas hechizas y que no haya disparado contra ni una sola persona dentro de ese aeropuerto? Eso ocurrió, sin embargo, fuera del aeropuerto, en zonas aledañas, los violentos protestantes que incendiaban oficinas de la Fiscalía de la Nación, comisarías, bancos y diversos establecimientos públicos y privados, sin ninguna justificación, tuvieron un fuego cruzado donde lamentablemente pagaron con sus vidas algunas personas inocentes que por curiosidad o circunstancias en investigación, terminaron siendo las víctimas de los agitadores comunistas que crearon las escenas de violencia y respuesta al caos y violencia feroz.
Pero vayamos a la mentira escrita: “a tres metros, quinientos Policías” le dispararon…
Las que dispararon y las que disparan, pero mentiras, cuento y falsedad absoluta, son la que escribieron esas invenciones que creen que serán aceptadas y repetidas por los que no tienen mínima conciencia de la verdad. Pero todo el país, todos los ciudadanos, todos los trabajadores, ya se cansaron de la hipocresía y la manipulación de la izquierda del odio, por eso, las izquierdas están desesperadas, porque no convocan, porque no representan mayorías ni minorías, sino cárteles delictivos que todo el Perú rechaza.
Las historias inventadas por la izquierda -del odio-, siempre mentirosa, serán como vienen siendo, las cadenas de su condena.