No soy partidario de los golpes de Estado. Los problemas políticos deben resolverse dentro del marco constitucional, pero por eso mismo creo que hoy las FF.AA. están en la obligación inevitable de intervenir al Gobierno en cumplimiento de su obligación de “garantizar la independencia, la soberanía y la integridad territorial de la República” (Art. 165).
En once meses de régimen marxista hemos presenciado la barbarie sistémica. Elementos vinculados a las bandas terroristas de Sendero Luminoso y el MRTA (hoy ML–19) toman por asalto la administración pública; el propio presidente está sindicado como cabecilla de una organización criminal; las pruebas del fraude perpetrado en las elecciones generales del 2021 no se procesan porque una mafia congresal lo impide; se pretende que la injerencia supranacional modifique la elección del TC; se propugna la persecución política intentando desconocer valientes informes como el de Alejandro Cavero en el caso del expresidente Merino; se amenaza todos los días al periodismo independiente; se exacerban desde el Ejecutivo los conflictos mineros; ya van más de 20 muertes por abuso del Gobierno; se está aprobando la formación de milicias; se ha retrocedido escandalosamente en la lucha contra el narcotráfico; y, entre muchísimas otras cosas graves, se tolera la intervención de los servicios de inteligencia cubanos, en tanto se manosea la institucionalidad militar y policial.
Las finanzas públicas resisten porque el mundo vive un súper ciclo de precios mineros, pero los índices inflacionarios auguran crisis terminal en el segundo semestre de este año. Prima la desconfianza empresarial y pronto quebrará el sistema pensionario privado.
Castillo, mientras tanto, avergüenza al país: confunde a Tarapacá con provincia peruana y se refiere a California y Los Ángeles como países; encima –parapetado detrás de una enorme guardia pretoriana- se mofa de las investigaciones sobre sus delitos de corrupción.
En suma se está convirtiendo al Perú en inviable y sin esperanzas; peor aun si se llegara a imponer una constituyente. Por eso los militares no deben dar un golpe, sino intervenir legítimamente para respaldar al Congreso y poner coto al caos. No le deben subordinación al corrupto y tienen la obligación de preservar la integridad de una nación que inclusive arriesga una guerra civil. Castillo representa y es títere de la conspiración internacional del Foro de Sao Paulo y frente a eso las FF.AA. son el último bastión para la democracia y la independencia nacional.