Sigue la guerra no convencional. Los ataques frontales subversivos han disminuido pero Inteligencia advierte que el terrorismo probablemente volverá a la carga hacia el fin de esta semana.
El repliegue parece relacionarse a un menor financiamiento para las bandas que operan en las principales ciudades, así como a la reacción más enérgica del Gobierno; pero sigue la interrupción de una decena de rutas centrales de la red vial nacional, Puno mayoritariamente se mantiene en rebeldía, lo mismo que Madre de Dios y Apurímac, mientras en el escenario internacional la arremetida se acentúa especialmente desde Colombia y México.
Estratégicamente las conclusiones preliminares son, primero, que sí existe una conspiración internacional contra el Perú liderada por el Foro de Sao Paulo y operativizada por el Runasur en alianza con el narcotráfico y el crimen organizado; segundo, que se trata de una guerra proxy o por delegación; tercero, que es un conflicto asimétrico bajo la modalidad de guerra molecular disipada; cuarto, que la táctica es el “swarming” o lucha por enjambre, según la cual grupos dispersos atacan intermitentemente sin un control identificable centralmente. Los atentados se hacen bajo modalidad terrorista, con agitprop política que utiliza “la protesta social” como fachada. La victimización es por supuestas violaciones de DD.HH. manejadas por una amplia red cómplice de ONG izquierdistas.
Frente a eso la unificación del comando militar – policial en Puno ha servido para frenar al separatismo, pero la limpieza antisecesionista requiere operaciones profundas y una retaliación contra los intereses bolivianos en el altiplano. Debe lavarse el honor nacional y mantenerse un colchón de amortiguamiento para futuras acciones.
La norma nueva sobre uso de armas letales es un avance pero el dispositivo está mal hecho. Además es vital que estos días se compren equipos antidisturbios, mientras se dan cuatro pasos claves: multiplicar la detención y procesamiento de cabecillas subversivos; reeditar la Operación Patriota en el Vraem; replantear la estrategia diplomática internacional para que el Perú no quede aislado; y denunciar el fuero jurisdiccional de la CIDH.
Sin elecciones adelantadas, el frente político tradicional está más relajado, hay plata y las fuerzas del orden solo necesitan apoyo gubernamental para hacer lo que saben; por tanto, Boluarte debe romper el chantaje marxista y de los traficantes de derechos humanos. Ella sabe bien que en marzo puede lograrse la restauración de la paz y el orden, porque si se pierde el control la crisis escalará. Veremos críticamente su gestión.