La Ciencia Política demuestra que “en el gobierno despótico el superior es vil y el inferior está envilecido” y contra ello debemos rebelarnos.
Desde del golpe de septiembre pasado Vizcarra gobierna sin someterse a leyes ni a limitaciones; administra con ineptitud, corrupción y estupidez: ha instaurado la ineptocracia. Su Gabinete más que consejo de ministros es una banda delincuencial, ya sea porque están denunciados sobre base cierta o porque hay sentencias pendientes, al punto que Zeballos con toda desfachatez se atreve a decir que “todos tienen derecho a rehabilitarse”. Claro, nada diferencia al Ejecutivo de Lurigancho o Santa Mónica.
Dos años después de la trama sórdida contra Kuczynski, encabezada desde las sombras por Vizcarra con el apoyo fáctico de IDL, Transparencia y la gran prensa subvencionada, nada funciona correctamente. Se ha enseñoreado el peor encanallamiento político registrado desde el inicio de la República.
En el ámbito jurídico -constitucional, cuatro tribunos felones han justificado la “disolución” del Congreso instaurando el imperio del Ejecutivo que intenta reformas por dos vías deleznables: una JNJ dominada por personajes sin credenciales democráticas; y un Congreso transitorio que se inaugurará en medio de lumpenescas peleas internas como en los casos de UPP, Podemos, AP y el Frente Amplio. Así, la basura gubernamental tendrá que vérselas con la mugre parlamentaria.
Adicionalmente ya no queda duda del accionar vendepatria frente a Odebrecht y el club de las constructoras. Y las RR.EE. marchan con rumbo contraproducente como en el caso de nuestra postulación a la Secretaría General de la OEA.
Más allá de lo que digan la titular del MEF y algunas calificadoras de riesgo, el Perú en el mejor de los casos volverá a crecer un modestísimo 2% el 2019 (Nota de redacción: apenas se logró 2,1% el peor resultado en la década transcurrida). El país sigue endeudándose y 80% de la nueva deuda se va en gasto corriente, mientras con los costosísimos asesores se forma un Estado paralelo sin control alguno.
Además de esta ineptitud mal disimulada con el ofrecimiento de colegios y hospitales nuevos que nunca se hicieron, puentes y carreteras inaugurados en papel e infraestructura que se desploma a poco de estrenarse, ahora la dictadura es incapaz de preparar mecanismos mínimos de reacción frente a la pandemia del coronavirus.
Frente a eso el pueblo no puede seguir envilecido, debemos propiciar una reacción masiva y radical que devuelva al Perú a la democracia y al crecimiento antes que las tensiones acumuladas eclosionen.