Aun si Pedro Castillo fuese proclamado presidente, los demócratas advertimos que no estamos derrotados. La lucha continúa contra quien ha sido elegido por la mafia del fraude y no por la voluntad ciudadana.
Somos respetuosos del Estado de Derecho; la buena fe guía nuestras acciones, por eso hemos cumplido con denunciar la trafa electoral.
Legalmente se ha demostrado que en la primera vuelta no se pudo explicar la pérdida hemorrágica de votos de candidatos fuertes como López Aliaga y De Soto; tampoco fue lógico que un candidato menor, el profesor Castillo, terminara como el más votado. Pero las denuncias nunca fueron investigadas.
Debimos entonces exigir la nulidad del proceso; sin embargo, mansamente, aceptamos una segunda vuelta que procesalmente fue peor y terminó con actas observadas e impugnadas, padrones electorales no contrastados, evidencia de muertos – votantes, demostradas firmas falsas y decisiones prevaricadoras de un JNE que no estuvo compuesto por el mínimo de cinco jueces tal como manda la ley.
El procesamiento de recursos impugnatorios, reconsideraciones, pedidos de hábeas data, anulación de la plancha presidencial de PL y hasta la debida publicidad de las audiencias ha sido objeto de irrespeto por las normas y principios electorales, de burla de los usos judiciales y de una farsa prepotente alentada desde el Gobierno; inclusive nos han negado la más elemental auditoría de los votos.
A Keiko Fujimori le han robado así la elección; igual que el año 2016 cuando esa misma prensa que hoy sigue apoyando a la izquierda mafiosa inventó la fantasía de una imaginaria investigación de la DEA.
Nuestra lucha en las calles hasta ayer ha sido la protesta franca traducida en marchas, plantones, caravanas y otras expresiones de reclamación democrática. Pero ante la cerrazón total del sistema, que incluye violar la autonomía del Congreso, persecución política, instrumentalización de procesos fiscales y represión, ahora la reacción requiere reforzarse contra la ilegitimidad de un eventual gobierno de Castillo.
En defensa de la constitucionalidad, en repudio a la inminente dictadura comunista, contra la banda criminal que maneja PL y en rechazo a la injerencia del Foro de Sao Paulo que convertiría al Perú en otro campo de experimentación criminal como Venezuela, toca anunciar que los millones de peruanos libres no seremos simples opositores.
Pasamos a la resistencia democrática, etapa superior de la guerra política que podría incluir el derecho a la insurgencia popular, por eso proclamamos: ¡Estamos en el lado correcto de la historia!