Es más fácil destruir que construir. En minutos se puede destruir una ciudad que costó años en construirse.
Hoy se está admitiendo un lenguaje de protesta y destrucción como si fuera un derecho que hay que defender. Se ha creado un sentimiento de persecución y de sospecha.
Las personas, hoy más que nunca, sienten que deben protestar y denunciar para defender sus derechos, además, los más jóvenes, suelen pensar que las anteriores generaciones estaban dormidas y no protestaban frente a los ataques e injusticias que recibían.
Hoy existe una sensibilidad distinta, que es como una herida abierta que no se cierra. El modo de ver y de responder está alterado por una mentalidad de crispación. Las grandes mayorías están a la defensiva y con el arma cargada y en ristre para disparar.
Las ideologías de la época tienen mucho que ver. Existe una especie de mezcla o sincretismo, hay un poco de marxismo, otro de liberalismo, algo de socialismo.
Por un lado se reclama la libertad por el otro los controles y la mano dura, hay quienes facilitan la informalidad frente a otros que quieren reglas y sistemas ordenados. Unos a favor del aborto, otros en contra, hay un sector numeroso que defiende la vida y otros que piensan que la eutanasia es un derecho.
Mentalidades indulgentes
Con tanta mezcla las grandes mayorías son bastante melifluas, o eclécticas, para decirlo de una manera más elegante.
Hay un grueso término medio que se han quedado en la inacción, pensando que son responsables y sensatos. Este sector suele estar conformado por personas permisivas e indulgentes.
Por esa inacción irresponsable vivimos en una sociedad paralítica, que al no hacer nada, contribuye con la destrucción de los valores fundamentales. El coctel de las ideologías de destrucción ha creado un veneno que duerme y paraliza a las grandes mayorías.
Contemplamos con asombro cuando vemos que a muchas personas la destrucción ya no les dice nada. Es como el herido mortal que no puede hacer nada por el otro que también está herido. Sobrevivir sobre ruinas con esperanzas dibujadas en un papel, es un engaño colosal. Seguir en esa situación es como dar “manotazos de ahogado”
Es la hora de apartar a las ideologías que solo han ocasionado fracaso y destrucción, abrir los ojos a la realidad y decir la verdad llamando a cada cosa por su nombre.
Para tener en cuenta:
La frase “la violencia engendra violencia ” o “el odio engendra odio” significa que el comportamiento violento promueve otro comportamiento violento, a cambio. La frase se ha utilizado desde principios del siglo XIX. La violencia engendra violencia es un concepto descrito en el Evangelio de (Mateo, 26:52).
“Los seres humanos a lo largo de la historia han intentado resolver sus conflictos con la violencia y se han encontrado con el resultado de más violencia. Desde los primeros tiempos bíblicos, cuando Caín mató a su hermano Abel, un peligroso precedente de emociones mal administradas se desarrolló en la práctica estándar de resolver la ira con la violencia. Los humanos tenemos un linaje de violencia y trauma que nos ha llevado a donde estamos hoy” (Vid.Impacto).
“Una cadena de agresiones va generando las condiciones para que llegue el odio y se instale en el corazón. El vínculo nacido de este inquietante sentimiento puede ser más fuerte que el que se origina en el amor. Lo que sigue es un crecimiento exponencial con las agresiones, porque siempre habrá “una cuenta por cobrar” (Edith Sánchez).