Si leemos con paciencia los Informes y Reportes del Banco Central de Reserva del Perú, no seremos muchos los que lleguemos a entender en profundidad sus cuadros y cifras, el contenido de sus explicaciones y la trascendencia de esas comunicaciones. Sin embargo, es de resaltarse el siguiente extracto que les alcanzamos, el mismo que está contenido en el Reporte de Estabilidad Financiera – Noviembre 2023:
En este sentido, hemos resumido aspectos más sencillos de entenderse, respetando siempre el contenido y el esfuerzo del equipo a cargo, desde el BCRP, a quienes agradecemos por su valiosa información:
“El Fenómeno El Niño (FEN) genera un impacto negativo sobre la actividad económica por los cambios de temperaturas, las intensas lluvias y el daño en la infraestructura que afecta la capacidad productiva de las zonas expuestas a dicho fenómeno. A su vez, ello puede repercutir en el sistema financiero ya que impacta en la capacidad de pago de los deudores y deteriora los indicadores de calidad de cartera. No obstante, se estima que la exposición del sistema financiero al FEN no implica un riesgo sistémico, ya que el sistema cuenta con amplios colchones de capital que le permitirían absorber las posibles pérdidas ante un FEN con intensidad moderada o alta.
Los impactos del FEN sobre la actividad económica pueden ser de manera directa por los cambios de temperaturas y las intensas lluvias, pero también indirectamente como consecuencias de las inundaciones y deslizamientos que afectan a la infraestructura y la capacidad productiva del país, en particular en las zonas geográficas más expuestas a dicho fenómeno.
El sector agricultura y la pesca, por ejemplo, tienen impactos directos debido a que los cambios en las temperaturas y el nivel de precipitaciones afectan a estos sectores generando daño en los cultivos o disminuyendo la disponibilidad de algunos recursos marinos como la anchoveta, respectivamente. Otras actividades no son afectadas necesariamente por el cambio en las condiciones climatológicas, sino por el daño en la infraestructura que ocasiona el FEN dado que las intensas lluvias suelen generar activaciones de las quebradas y deslizamientos.
Resalta el impacto en el sector transporte por el bloqueo de carreteras y puentes, pero la falta de conectividad también incide en la actividad de otros sectores, dada las restricciones para transportar los bienes finales o insumos necesarios para la producción. Destacan el sector comercio, la manufactura (además por posible daño a la maquinaria) y la minería (además por dificultades en las labores de extracción). Asimismo, servicios relacionados al turismo (hoteles y restaurantes) también se ven afectados. En relación con el impacto a las empresas por su tamaño, las empresas corporativas y grandes no suelen verse afectadas significativamente por el FEN, debido a que tienden a operar con una mayor diversificación geográfica y una mayor capacidad de tomar acciones para moderar los efectos negativos del FEN (contratos de seguros, por ejemplo).
Por otro lado, las empresas medianas y MYPE, que se ubican en las regiones afectadas, sí suelen estar más expuestas al FEN, ya que sus operaciones tienden a estar más concentradas en estas zonas afectadas. En el caso de los hogares, aquellos de menores ingresos se verían más afectados por el Fenómeno El Niño debido a que su actividad económica suele estar más ligada a los sectores menos formales de la economía, donde los ingresos dependen sobre todo de la actividad económica diaria.
Sobre las carteras, deudas, consumo
El ratio de alto riesgo del sistema financiero se ha incrementado por los efectos adversos en la actividad económica de los fenómenos climatológicos y de las protestas del presente año. Ante ello, se registra un mayor flujo de créditos a las MYPE y de consumo castigados, los que alcanzan, en lo que va del año 2023, un promedio mensual de S/ 837 millones, mayor al observado en 2022 (S/ 560 millones promedio mensual).
En la cartera de las empresas, las MYPE han mostrado un moderado incremento en el riesgo de crédito ante el contexto económico menos favorable, en particular por los atrasos de las pequeñas empresas. Por grupo de entidades, aquellas con mayor exposición a los deudores más afectados por los conflictos sociales y los factores climatológicos registran los mayores deterioros en sus carteras, mientras que por sector económico los atrasos son mayores en los sectores comercio, servicios (transporte y turismo, en particular) y, en menor medida, en manufactura. En el caso de las medianas empresas, continúa el proceso de limpieza de esta cartera por el alto deterioro registrado en años previos.
Esta situación se ha reflejado en condiciones de originación del crédito para estas empresas más estrictas. Por su parte, las empresas corporativas y grandes muestran indicadores de riesgo de crédito bajos y estables, en un contexto de menor demanda de financiamiento por parte de estas empresas.
En el segmento de los hogares, los créditos hipotecarios muestran indicadores estables de calidad de cartera, mientras que aquellos de la cartera de consumo muestran un mayor deterioro, en particular en el caso de las tarjetas de crédito. Este deterioro se ha registrado, principalmente, en los deudores de menores ingresos (a quienes se les suele asignar una menor línea en sus tarjetas de crédito), los cuales se han visto más afectados en su capacidad de pago por el entorno de menor actividad económica durante este año. El mayor deterioro en la cartera de consumo proviene principalmente de los créditos otorgados entre julio 2021 y julio de 2022, período en el cual se registraron tasas de crecimiento anual para estos créditos por encima del 20 por ciento en la mayoría de las entidades que ofrecen este producto.
Conclusión
El FEN es uno de los principales riesgos en el corto plazo, cuyo impacto en la actividad económica dependerá de la intensidad con la que se desarrolle.
En el caso del sistema financiero, la exposición al FEN es bajo y los amplios colchones de capital le permitirían al sistema afrontar los potenciales efectos relacionados a dicho fenómeno sin que la estabilidad financiera se vea afectada.
Cabe señalar que, en el caso del FEN de 2017 que es considerado el tercero más intenso de los últimos cien años en el Perú, el sistema financiero pudo absorber los impactos de ese FEN sin ponerse en riesgo la estabilidad financiera.
Actualmente las holguras de capital del sistema financiero son mayores (9,2 por ciento de las colocaciones) que las observadas a fines de 2016 (6,4 por ciento de las colocaciones en diciembre de 2016).
Imagen referencial, un ejemplo de cómo golpea a los más pobres un evento climatológico en el Perú