Esa es una de las conclusiones del libro preparado por la FIAP y de panelistas de países de América y Europa que participaron en su lanzamiento.
Como de “información falsa e ideológica” fue calificado el último informe emanado de especialistas de la OIT sobre los sistemas de pensiones, por los presentadores y comentaristas del libro “Reversiones: Mientras Europa avanza hacia la capitalización individual, en América Latina algunos proponen volver al reparto”, elaborado por la Federación Internacional de Administradoras de Fondos de Pensiones (FIAP).
El texto, que fue presentado oficialmente en un webinar que tuvo asistencia internacional, desmintió –entre otros aspectos- lo señalado por los especialistas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de que al menos 18 países estarían revirtiendo sus sistemas previsionales hacia un esquema de reparto.
Al respecto, en el seminario se recalcó que las reversiones han sido solo cuatro y que de ningún modo responden a un “fracaso” del sistema de cuentas individuales, sino al deterioro de las cuentas fiscales y en al menos el caso de Argentina, a argumentos ideológicos.
El libro fue presentado por el presidente de FIAP, Guillermo Arthur; por sus autores, los especialistas Rodrigo Acuña y Karol Fernández, y comentado entre otros, por Santiago Montenegro, presidente de ASOFONDOS de Colombia; Bernardo González, presidente de AMAFORE de México.
Al buscar una explicación acerca de la animadversión con la que en algunos países de América Latina se combate -por algunos sectores políticos- el sistema privado de pensiones, Guillermo Arthur enfatizó que “estamos luchando contra un enemigo poderoso: el populismo y la demagogia”, actitud histórica que en parte “sería causante del retraso social y económico de nuestros países de la región”, agregó.
Si bien todos los expositores coincidieron en que los sistemas de pensiones deben ser mejorados, hubo consenso en que el de cuentas individuales es el que demuestra mayor efectividad y equidad, por los importantes beneficios logrados en los distintos países en que se aplica.
Un número importante de países OCDE, especialmente en Europa, han introducido sistemas de capitalización individual para complementar los beneficios otorgados por los sistemas públicos de pensiones. Ello ha ocurrido en los sistemas de pensiones clasificados como los mejores del mundo según el Melbourne Mercer Global Pension Index. Esta tendencia se explica por las ventajas de estos sistemas y la necesidad de compensar la caída en beneficios que están sufriendo los jubilados de los sistemas de reparto, por el efecto del envejecimiento de la población sobre las finanzas de estos sistemas y el presupuesto público.
Los sistemas de capitalización individual pueden proveer mejores pensiones y más seguras a largo plazo, que los esquemas de reparto con “beneficios definidos”. En América Latina los recursos disponibles para el financiamiento de las pensiones se han multiplicado varias veces gracias a los sistemas de capitalización individual. Además de las cotizaciones de trabajadores, empleadores y el Estado, en estos sistemas se suma al financiamiento la rentabilidad de las inversiones. En cambio, en los sistemas de reparto solo se dispone de las cotizaciones, que se utilizan para pagar las pensiones.
Por ejemplo, se estima que las altas rentabilidades obtenidas en el sistema de AFP de Chile cuadruplicaron los aportes realizados a las cuentas individuales para las primeras generaciones de trabajadores, mientras que para las distintas generaciones las rentabilidades obtenidas desde 1990 a 2019 suman USD 151.000 millones, con lo cual los saldos acumulados más que duplican los aportes de los trabajadores.
En países como México y Perú, las rentabilidades obtenidas por las administradoras han aumentando los saldos de las cuentas individuales permitiendo duplicar o triplicar los aportes de trabajadores, empleadores y el Estado. Además, según estudios realizados para distintos países de América Latina, los sistemas de capitalización individual impulsaron un mayor crecimiento anual del PIB, generando un aumento de ingresos laborales y de cotizaciones a las cuentas individuales, e incrementando los saldos disponibles para financiar las pensiones.
A pesar que los gobiernos deben financiar los déficits de los sistemas de reparto, no ha sido suficiente para controlar los desequilibrios financieros generados por las tendencias demográficas y otros problemas estructurales que enfrentan. Fue necesario romper la promesa de beneficios definidos, bajando las pensiones y endureciendo las condiciones de acceso.
Como se muestra en un estudio de FIAP, entre 1995 y junio de 2020, 62 países disminuyeron los beneficios e igual número aumentó las edades de pensión, mientras que 79 países incrementaron las tasas de cotización.