El gobierno se encuentra en medio de varias encrucijadas que aún cree que puede manejarlas en base a una estrategia de tipo “sindical”, escondiéndose en los momentos más importantes y actuando por debajo de la mesa en cada intento de compra de lealtades temporales. Ese juego pernicioso es muy arriesgado, aunque hasta el momento, han sabido administrarlo, aunque algunos que no saben nada de un análisis profundo de esta organización criminal, mencionen otras interpretaciones.
Los delincuentes de la política peruana hace tiempo que instalaron “sus formas de negociar”. Una de estas formas se reduce al simplismo (que significa hacer lo menos pensado, de la forma más rápida y con el menor costo). Pueden comprar un aliado dándole trabajo a la amante, a uno de los hijos, al suegro, a quien sea, donde sea: simple.
Tal vez, se puede triangular una ayuda económica a un medio de comunicación -esos de las redes de la caviarada-, por intermedio de una universidad o una ONG que está haciendo algunos estudios de algo que no da eco ni interés y que ante el fracaso, debe pagarse de todas maneras. Entonces, se destinan vía terceros la ayuda que al final, cuando se publica en los medios “ese estudio”, genera otros ingresos. El simplismo es fácil de introducirse con viajes en delegaciones peruanas al exterior, mediante nombramientos en superintendencias, organismos de segunda línea y hasta en embajadas.
Uno de los manejos de las jugadas para asentarse en el poder -del gobierno-, es también operar en mayor escala, con los grandes. Para eso atacan, anuncian medidas tributarias y restrictivas, permiten la agresión, la violencia constante y estimulan el acoso contra empresas privadas y luego, envían sus mercenarios para decir que quieren bajar la tensión de los que protestan pero “a cambio de una reciprocidad” (100% juego sindical).
No existe trato político, ni acuerdo que valga la palabra. No existe la palabra ni el honor, solo el engaño, la jugada sucia y el acuchillamiento. En ese mundo ruin, están los alfiles de los círculos del poder (del gobierno), que ahora están creando partidos políticos de extrema izquierda como supuesta señal de dispersión, pero que constituye una vieja estrategia maoísta de desacumulación y luego acumulación de la unidad en el pensamiento y la prexis radical: se llama “la hora del puño combativo”, golpe final, revolución en marcha.
Estamos “antes del 28 de julio” y no existe unidad en la oposición, tampoco un liderazgo visible, empeñoso, tenaz y sensato. Ese es el drama en la angustiante escena antes de Fiestas Patrias, porque de seguir este sindicalismo gobernante, seguiremos también en picada y aburridos, contemplando la destrucción en silencio, mientras los genios de la política tradicional creen que pueden lograr manejar a Castillo, cuando en realidad, él los tiene del pescuezo.
¿Hay salida a esto? Sí, pero se necesitan compromiso activos y menos ociosos de escritorio.