No sabemos en qué tiempo de la historia de la humanidad estamos, pero sí podemos constatar que en estos tiempos mucha gente se está alejando de Dios, y que sociedades, que antes eran cristianas, ahora ya no lo son.
Si atendemos solo a las personas individuales fácilmente nos encontramos con ateos, agnósticos o personas que viven como si Dios no existiera, que dicen que son católicos pero no practican la religión.
Por otro lado observamos que la ignorancia religiosa ha crecido en todo el mundo. Muchos no han leído las Sagradas Escrituras y desconocen los puntos esenciales del Catecismo de la Doctrina Católica.
Hace tiempo que la religión pasó a ser algo exclusivamente de la vida privada y en algunos lugares existe la prohibición expresa de difundirla. El ciudades, que se dicen civilizadas de Europa, se han prohibido los crucifijos en lugares públicos y se le pide a la gente evitar signos confesionales como santiguarse o persignarse a la vista de otras personas. Para más inrri, han expulsado de los colegios a profesores que enseñan la doctrina católica sobre el matrimonio. Además la comunidad europea sugiere que no se diga “Feliz Navidad” este año y en su lugar se diga: “Felices Fiestas”.
Persecusión contra la Iglesia
A todo esto se agrega la persecución que hay contra la Iglesia, que en algunos lugares del mundo también es cruenta. En el siglo XXI la Iglesia está teniendo nuevos mártires que dan su vida por defender la fe. En otros lugares se ataca la doctrina de la Iglesia sobre la vida y la familia permitiendo el aborto, la eutanasia y el matrimonio entre personas del mismo sexo, aduciendo que esa doctrina es solo para los que son católicos y que cada uno es libre para optar por la opción que le parezca.
El desconocimiento de la Antropología del ser humano es cada día más extenso en el mundo entero. Se esconde la verdad por razones de conveniencia, promoviendo una libertad absoluta, como si el ser humano pudiera decidir en todo, con su cuerpo y con su alma, sin escuchar la doctrina milenaria de la Iglesia que además procede de la revelación de Dios a los hombres.
Hoy se pone en tela de juicio las enseñanzas de la Iglesia sobre Dios, el origen y el destino de los hombres. Por estos descuidos muchos ignoran lo que es el ser humano y viven al margen de las verdades de la fe.
En un ambiente de descuido y abandono de los temas espirituales, cuando crece el materialismo y la ciencia se quiere independizar de la fe, la sociedad empieza a dar tumbos: personas que abandonan sus compromisos familiares, otros que dejan la religión y se apartan de Dios, otros que se dicen católicos y aceptan lo que la Iglesia prohibe, por ejemplo el aborto. También existen católicos que desean que la Iglesia acepte lo que Dios ha condenado siempre. Hay un desconcierto general que hace urgente una nueva evangelización. Ésta debe inicarse cuanto antes.
Es importante saber:
“La apostasía es la renuncia o abjuración pública de la religión que se profesa” (Diccionario).
“Como apostasía se denomina, en el seno de la Iglesia cristiana, el rechazo por parte de una persona, anteriormente cristiana, de la doctrina y la fe predicada por Jesucristo. En este sentido, es un concepto que se emplea para describir la renuncia, voluntaria y consciente, de la fe en Dios y en los dogmas del cristianismo. Así, la apostasía vendría a ser el proceso de desconversión cristiana” (Diccionario).
“El Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos abandonarán la fe para seguir a inspiraciones engañosas y doctrinas diabólicas. Tales enseñanzas provienen de embusteros hipócritas, que tienen la conciencia encallecida”, (1 Timoteo 4:1-2).