No se mejora al Perú, que estando económicamente en positivo y pudiendo estar con cifras muchísimo mejores, se debate entre la vida y la muerte de sus personajes gubernamentales, congresales, judiciales y mediáticos, que se encuentran en una desenfrenada carrera de odios y revanchas cuyo único resultado es afectar a todo un país que busca oportunidades y tranquilidad para sus familias.
Es evidente que cada quien busca como prioridad “institucional” fastidiar, presionar y “joder” a instituciones que son sus rivales, siendo en realidad cuerpos complementarios en la estructura del Estado. Es increíble que veamos al Congreso de la República inventar normas legales que ahorquen, castiguen, limiten o cercenen las funciones del Ministerio Público por ejemplo y que a su vez, el Ministerio Público se esmere en buscar, encontrar, gestionar y desarrollar investigaciones por lo más ridículo que le encuentre o le hayan soplado sobre un Congresista. Es la telenovela de cada semana, el pleito del corralón: “yo te saco una ley y te castigo; yo te investigo y te proceso”.
Mientras tanto, el Perú sigue su curso a 30 kilómetros por hora, pudiendo hacerlo a 300 y luego a velocidad tan inimaginable como uno quisiera imaginarse.
¿Los enemigos del Perú están a cargo de las instituciones del Estado? Parecería que ese drama es lo que vivimos ahora con mayor intensidad. Es increíble el nefasto rol que han asumido muchas instituciones, convertidas ahora en organizaciones al servicio de prácticas criminales de presión y sanción.
La atrocidad y el terror, se han convertido en las armas políticas de las instituciones en un país que no necesita revanchas internas sino encuentro y unidad, ideas y propuestas, cercanía y acompañamiento, en vez de disparos de matanza y condenas de perpetuidad por el odio.
Sobrevivimos en tiempos de felicidad criminal, alentada por las izquierdas extremistas y las hordas de izquierdas burocráticas que han perdido ubicaciones en el gobierno y tienen que trabajar para sostenerse (porque antes lo que hacían era cobrar, viajar y dormir con nuestros impuestos).
La atrocidad se siembra desde los medios de comunicación, germina en la academia politizada, se reproduce en un activismo por el resentimiento y se cría en los galpones de la maldad partidaria de pequeñas colectividades extremistas que van desde los comunistas convictos y confesos, hasta los hipócritas comodines que están para servir a todo gobierno que nos lleve en retroceso.
El terror, lo terrorífico de esta triste coyuntura que aun no se hace latente en la ciudadanía y solo se cree que ocurre entre los que se pelean en los medios, es que ocasionan al alejamiento de la participación en política de peruanos honestos y honrados, capaces y preparados para ayudar al país. Por eso, ahora cualquier imbécil ha formado un partido con algunos ignorantes y se cree con posibilidades de sacarse la “tinka” el 2026 o antes, si eso ocurriera.
¿A eso vamos, o nos rebelamos contra la peste de la izquierda del odio?
Imagen puramente referencial, Matucana 100 en una obra de terror político