El 1 de marzo de 2024, el precio de la gasolina se quintuplicó en Cuba como parte del severo plan de ajuste impuesto por el dictador Miguel Díaz-Canel, heredero del trono de Raúl Castro. Este se implementa supuestamente para hacer frente a la acuciante crisis económica y humanitaria que afecta a la isla, la cual ha sido agravada desde 2020 por la pandemia de COVID-19, que ha impactado en los suministros, el turismo y la ayuda exterior.
Este programa de austeridad, aún en fase de despliegue, representa las reformas más profundas de las últimas tres décadas. Sin embargo, no se ha realizado ningún esfuerzo por liberalizar la economía interna, lo que significa que el ajuste solo servirá para disimular las dificultades fiscales. Mientras se castigue el espíritu empresarial del sector privado, la pobreza persistirá y los problemas fiscales volverán al poco tiempo.
Cualquiera con un mínimo de sentido común puede reconocer el problema. Incluso la Oficina Nacional de Estadística del régimen —a pesar de su reputación de exponer datos maquillados— ha informado de que Cuba cerró el 2023 con una preocupante inflación anual del 31%. Además, se estima que el déficit fiscal superó el 15% y hubo una contracción del 2% en el PIB.
Este nuevo intento del régimen por apretar el cinturón de los ciudadanos incluye subidas de impuestos, una devaluación del peso y fuertes incrementos de los precios de los servicios básicos, como el transporte y la energía. La isla sufre intensos apagones que superan las 15 horas. El programa sustituye los subsidios universales por prestaciones en función de las necesidades.
En 2021, la tiranía puso fin a su sistema bimonetario, que incluía al peso cubano y a un peso convertible vinculado al dólar. También se produjo una reducción gradual de los subsidios generales para hacer frente al creciente déficit fiscal del régimen. Sin embargo, esto solo ha empeorado año tras año.
Más de lo mismo
Aunque este plan de austeridad es más agresivo que el aplicado por la dictadura en 2021, sigue un guión similar. En este caso incluye:
- aumento generalizado de los servicios básicos y la gasolina (combinados con discriminación de precios para favorecer a las personas con necesidades demostradas);
- un incremento de impuestos sobre la renta, el empleo, la seguridad social y las ventas sobre las actividades profesionales autorizadas —incluso para trabajadores de empresas extranjeras—, además de aranceles más altos sobre las importaciones de bienes terminados;
- reducción de los aranceles sobre importaciones de materias primas;
- reducciones en los suministros de las cartillas de racionamiento.
A diferencia de las reformas de 2021, cuando el gobierno elevó el salario mínimo mensual de 400 a 2.100 pesos cubanos, en esta ocasión los salarios fijados por el régimen seguirán siendo los mismos. Para marzo de 2024, el salario mínimo de la isla equivale a $87 al cambio oficial y a menos de $7 al cambio en el mercado negro.
Según el Banco Mundial, una persona vive en la extrema pobreza cuando subsiste con menos de $2,15 al día. Los ciudadanos cubanos, presos bajo la dictadura del Partido Comunista de Cuba (PCC), se encuentran ahora mismo en una situación de carencia muy superior a este umbral, atrapados entre un salario de miseria y la inflación.
El dictador Díaz-Canel tiene razón cuando afirma que el programa de austeridad está lejos de ser “neoliberal”, asumiendo que aquello implica apertura comercial, liberalización del mercado y respeto a la propiedad privada. Sin embargo, se equivoca un 100% cuando afirma que este plan socialista traerá un mínimo de recuperación económica. El programa de austeridad de la dictadura es peor que la enfermedad.
Otro periodo no tan especial
La isla de Cuba vive una crisis perpetua desde que el exdictador Fidel Castro capturó el poder en 1959. Durante más de 30 años, el PCC se mantuvo a flote gracias a las dádivas que provenían de la Unión Soviética. Cuando su principal aliado cayó en 1991, Cuba se enfrentó a una crisis sin precedentes conocida como el “Periodo Especial en Tiempos de Paz”.
En los últimos años, la isla ha luchado contra los efectos de un acontecimiento de similares características: el colapso de la economía venezolana. La Venezuela de Hugo Chávez y su Revolución Bolivariana, otrora potencia petrolera en Hispanoamérica, fue durante más de una década el sugar daddy de la tiranía cubana.
Las consecuencias derivadas de la pandemia de COVID-19 en 2020 y del huracán Ian en 2022 exacerbaron la preexistente escasez de alimentos, medicinas y energía. Además, la reforma monetaria de 2021 aceleró la inflación, que alcanzó el 400% en 2021. Mientras que $1 equivalía a 24 pesos cubanos en 2021, en marzo de 2024 se cotiza a 325 en el mercado negro.
La crisis actual es de tal gravedad que la dictadura ha solicitado —por primera vez en su historia— ayuda humanitaria al Programa Mundial de Alimentos de la ONU. Esto es una prueba palpable del hambre que padecen los cubanos, una realidad que el régimen ha renunciado a ocultarlo.
Los cabecillas del PCC culpan al supuesto bloqueo estadounidense del desastre económico del país. Sin embargo, no existe tal bloqueo, se trata de un embargo comercial impuesto en 1962 luego de que el régimen robara propiedades y empresas estadounidenses que operaban en la isla. Más allá de este embargo comercial, que excluye productos de primera necesidad como alimentos y medicinas, el régimen impone todo tipo de restricciones sobre qué y cuánto pueden traer y comerciar las personas en la isla.
A pesar del embargo, Estados Unidos es el principal proveedor de alimentos, medicinas y remesas de la isla. En 2022, las exportaciones de EE. UU. hacia Cuba fueron de $341 millones, y las remesas superaron los $2.000 millones. Mientras EE. UU. brinda con esto un salvavidas a la población cubana, la obsoleta planificación central del régimen asfixia la economía del país.
Sin futuro para la Cuba comunista
Cuba no puede seguir escondiendo la basura bajo la alfombra.
El Observatorio Cubano de Derechos Humanos, una ONG con sede en Madrid, ha revelado que, de 2018 a 2023, la Policía Nacional Revolucionaria mató al menos a 95 personas e hirió a 287. La represión ha sido la única respuesta de la dictadura a los ciudadanos que reclaman un cambio a sus miserables condiciones de vida. El Impunity Observer denunció en 2022 cómo muchos cubanos recurren a la prostitución como método de supervivencia.
Para huir de las deplorables condiciones de vida dentro de la isla, los cubanos recurren a innumerables e ingeniosas formas para evadir los estrictos controles migratorios. En 2023, más de 60 atletas —que suelen disfrutar de mejores condiciones de vida que los ciudadanos de a pie— escaparon de sus delegaciones durante competiciones en el extranjero. Por ejemplo: el campeón de boxeo, Yoenlis Hernández, escapó durante una conexión aérea en Panamá.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU. ha registrado una cifra récord de 500.000 entradas de ciudadanos cubanos al país entre 2022 y 2023. Esto supone el 5% de toda la población de la isla, y supera el éxodo cubano de 300.000 personas que escaparon de la emergente revolución entre 1960 y 1963. Estamos siendo testigos de un nuevo éxodo, mayor también al de Mariel Boatlift en 1980.
El único camino para que Cuba supere su miseria es transitando hacia un capitalismo de laissez-faire y la democracia liberal. Algunos de los antiguos Estados soviéticos —como República Checa, Lituania, Letonia o Estonia— lo han conseguido en cierta medida y se han integrado en el comercio internacional. República Checa, por ejemplo, puso en marcha importantes reformas económicas y políticas durante la Revolución de Terciopelo. Como resultado, el PIB per cápita checo, ajustado a la inflación, pasó de $2.900 en 1991 a $27.000 en 2022. Esto supone una tasa de crecimiento anual del 7,2% del PIB.
La difunta Primera Ministra británica Margaret Thatcher dijo: “El socialismo fracasa cuando se acaba el dinero… de los demás”. El régimen cubano dilapidó ese dinero hace mucho tiempo, lo que ha obligado al pueblo cubano a huir o a padecer hambre. Las únicas opciones en este momento son la liberalización o un mayor sufrimiento para la población; los tiranos que eligen lo último caminan en terreno peligroso.