La Clase del Medio, eso es la Clase Media. El colchón de soporte de los extremos sociales y económicos, de los grupos de poder y de los grupos de presión. Y para salir de esa incómoda e injusta posición, solamente tiene que organizarse, comunicarse, levantar su voz y participar en la política nacional, defendiendo su causa, que es en muchos casos la ilusión de quienes se encuentran más abajo, pero con las mentes y los anhelos más arriba.
La Clase Media sobrevive estando al medio, pero no pierde su posición (no de clase) expectante y formadora de opiniones, aunque sus propias palabras a veces la condenen. Es que la Clase Media, estando al medio, necesita abrir su propio discurso político y gremial, una voz institucional que sea renuente a compartir espacios de poder, para adoptar el suyo, el de su pertenencia.
Nadie duda que la solidaridad entre clases es necesaria y la concordancia de objetivos es la guía de una Nación. Pero siendo el Perú una rara mezcla de naciones y comunidades enfrentadas una a otra, lo necesario se vuelve condición de supervivencia cuando se afirma que es hora de la Clase Media y que es momento de actuar, decidir y representar por primera vez en la terrible historia social del Perú, una voluntad de cambio que se exprese en una fuerza política organizada, no importando si se siente preparada para gobernar ahora o dentro de cincuenta años.
Lo necesario es fortalecer la voz y el espacio, logrando tener uno propio o localizándolo dentro de una estructura abierta de mayor participación colectiva (alianzas, frentes, coaliciones con un gran proyecto nacional, definido en sus objetivos).
Esa tarea se está logrando progresivamente en el Perú, aunque a los sectores extremistas y a los políticos tradicionales –que cada vez quedan en menor cantidad- no les agrade la idea hecha realidad.
La Clase Media, está saliendo del medio, pero por su propia iniciativa, buscando válvulas de escape o creándolas rápidamente y en ese camino, los intentos por cerrarle las oportunidades están fracasando.
El verdadero reto es saber impulsarse más allá de estados emocionales o el continuo de superar cada escollo que los gobiernos imponen, para saber expresar con su desaliento e indignación, que también pueden representarse y tomar una identidad que jamás debió permanecer en silencio. Rebelarse y posicionarse como una Clase Media con voz propia, ayuda a salir del medio que al final de cuentas es más un estado emocional que una condición permanente de vida.
Vemos en conclusión que existen condiciones de exclusión social sobre la Clase Media, que su ubicación “al medio” no es sólo un nombre que la define a grandes rasgos, sino que su estructura de gastos / costos / egresos es determinante para aliviar su progreso, lograr su desarrollo o trabarlo en cualquier circunstancia.
Si únicamente se permitiera una reducción en la carga del Impuesto a la Renta en un rango que a todos les proporcione la obligación no mayor al 15% mensual, la inyección para la economía nacional es mayor a los tres mil millones de dólares al año en forma directa y calculamos de quince mil millones en forma indirecta, en forma sostenible.
Si solamente un gobierno le diera más fuerza en la economía familiar a las clases medias en este rango, se lograría un efecto multiplicador imparable sobre la capacidad del empleo, la renovación urbana y el incremento de las capacidades educativas y culturales que automáticamente produciría más de un millón de nuevos trabajos permanentes, algo que ningún gobierno ha logrado en los últimos períodos de gobierno en forma estable y sostenida –esa es la palabra que hay que repetir-; eso es lo que a los políticos tradicionales y sus herederos parece no interesarles en el Perú.