Parados al borde del abismo los cómplices y los cobardes miran románticamente la puesta de sol. Los otros advertimos que el Perú ya se está desbarrancando.
Como he advertido desde el primer momento, no caben el negacionismo ni la inocencia; al margen de la retórica oficial, el gobierno ilegítimo de Pedro Castillo es comunista, inclusive filosenderista.
El del sombrero es un actor consumado. Internacionalmente aparece ante la prensa y los empresarios como mansa paloma, ofrece seguridad jurídica, niega su filiación marxista, reclama razonables cambios estructurales; pero traicionando a su Canciller se reúne furtivo con el sátrapa Maduro y pone en riesgo la relación bilateral -indispensable allende las ideologías- con Brasil, aliado estratégico del Perú. Cosa que ya ha hecho también con Colombia, España y Marruecos. Además, anuncia que tendremos relaciones “con todos” los países del mundo, en lo que parece ser anuncio del gravísimo paso de aceptar una embajada de Irán en Lima.
Internamente Castillo guarda silencio porque supuestamente “ha cortado relaciones” con la prensa (sic) pero va dando forma al régimen totalitario. Su gente, sobre la base del Movadef – Conare senderistas, ha formado un partido político magisterial, lo cual debería ser impedido por el Congreso porque nos arriesgamos a que la educación básica de niños y adolescentes sea politizada. También adelanta un proyecto de ley que amenaza las libertades de prensa y expresión. Asimismo, se promueven juicios contra periodistas y medios independientes.
En paralelo el profesor persiste en apoyar a ministros probadamente vinculados al terrorismo; y está alentando la creación de un entorno mediático propio, en todas las plataformas, que apuesta al subsidio publicitario estatal en Lima y provincias. Y, solo en último minuto vía Twitter, frena las desastrosas declaraciones de su primer ministro sobre la eventual expropiación de una empresa energética.
Por su parte el trío Bellido – Cerrón – Bermejo en apariencia juegan por la libre desconociendo las funciones y jerarquías oficiales, desde la posición de que el Gobierno no es propiamente de Castillo sino del partido. Y en vísperas de un inminente recambio ministerial dan indicios de que están dispuestos a quemar la pradera.
Frente a todo esto apenas un grupo de congresistas coherentes, señaladamente de Renovación Popular y Avanza País, reaccionan con claridad y estrategia. Salvo poquísimas excepciones adicionales, los demás parlamentarios no se atreven a enfrentar al comunismo.
¡La pradera se incendia y los necios quieren cortar el fuego con baldes! ¡Cobardes y traidores!