El actual gobierno tenía todo lo necesario para ser algo o medianamente exitoso si se comparaba a su precedente, donde un golpista presidente y golpistas ministros desarrollaron una desastrosa gestión, inmoral administración y pésimos resultados en todos sus actos, sumado a un congreso del cual no existe elogio alguno, salvo haber vacado al rostro oficial de la izquierda del odio, Pedro Castillo.
El actual congreso tenía bastantes elementos de mejora en su desmejorada conformación (porque decir éxito sería una rotunda exageración) frente al anterior “congreso complementario” de poquísimas notas regulares, de iguales notas desaprobatorias; un congreso, el de hoy, que es la podredumbre hecha fruto de la irresponsabilidad, el chantaje, la extorsión y cuanto delito se le pueda imputar progresivamente a muchos elementos que lo conforman (porque hay que sumar a los secuaces de los parlamentarios) es la señal del desastre, el camino del final de la historia.
El pueblo peruano tenía todo lo necesario para exigir recuperar un camino democrático y no seguir en rumbo al abismo, pero se quedó callado, nos quedamos observando, creyendo que alguien o “alguienes” actuarían y hablarían en defensa del país, pero no fue así. No es así, es peor, los peruanos estamos más divididos que los propios partidos políticos que al momento, ahora, son 24 los que están oficialmente reconocidos por el Jurado Nacional de Elecciones y se perfilan hasta llegar a 30, con lo cual cada uno puede requerir más de doce mil postulantes a candidatos para alcaldes y regidores distritales, alcaldes y regidores provinciales, gobernadores y consejeros regionales, congresistas y además, algo así como un colchón de dirigentes para llevar adelante las campañas y luego, para el acomodo, si es que se gana o se coloca a algunos representantes de esas organizaciones cuyos títulos son mencionados de muy mala forma. ¿Se imaginan cuánto costará ser incluído como candidato en alguno de esos 30 “partidos”? ¿Ven cuántos candidatos, de diferentes niveles, se requieren sumando todos esos partidos? ¡360 mil personas!
Ese es el drama general, al que se acompaña las brigadas delictivas que invadirán como es costumbre, las municipalidades distritales, provinciales, los gobiernos regionales, el congreso y sus clásicas comisiones y finalmente, desde los ministerios hasta la estructura del inmenso Estado burocrático que poseemos sin ningún cambio, agrandándolo en cada gobierno, de forma impune. Y claro, tú y yo pagamos esa planilla.
¿Y qué sucede en cada nivel de gobierno electo o cargo designado? La competencia del crimen aumenta, tanto como la corrupción. A eso seguimos yendo para que luego nos digan: “hacemos lo que podemos, aunque te vaya mal luego”.
Esa es la reforma política de la última reforma política, de las anteriores y tantas reformas políticas, que no sirvieron ni sirven para la democracia que necesita reconstruirse, necesita fortalecerse y no enredarse más.
Es un tema de Libertad que se resume en una frase de nuestro director, Ricardo Escudero, cuando afirma que se denomina “Desborde del Estado y crisis popular”.