Veo fotos de congresistas en el hemiciclo, sonrientes casi como burla y abrazados casi como saliendo de un bar de copas derramadas sobre el piso, casi como si en una fiesta de graduación o cumpleaños se estuvieran retratando para la posteridad, y compruebo que ni les interesa el rol que desempeñan, ni les importa un carajo el Perú.
Es que el nivel ya no existe en la política peruana –y no me hablen de excepciones porque confirman la regla-, porque estamos sumergidos en el lodo más asqueroso de la historia, como si todo lo pasado no hubiera sido sufiente para el país.
Un día los congresistas dicen que no otorgarán confianza al nuevo gabinete y al siguiente día, expresan que están evaluando “dársela por la gobernabilidad”, pero de sus bolsillos, porque si se deniega la confianza, la reacción del comunismo será acelerar el enfrentamiento y provocar la disolución del congreso y entonces, todos fuera y no hay reelección.
¿Se dan cuenta? Es el dinero, el oscuro billete el que hace “pensar, repensar y volver a pensar” a estos sinvergüenzas que están en el hemiciclo mientras el pueblo al que tanto nombran, sigue con desempleo y angustias, con hambre y miseria, sin escuelas donde los niños y jóvenes recuperen el tiempo perdido, ausente de seguridad en sus calles, asediado por la delincuencia más violenta de los últimos tiempos. De los rateros y asesinos, de los políticos y sus corruptos socios.
Y nos dicen “estamos trabajando por el diálogo”, o se presentan en programas de radio y televisión, programas “prepago” a llorar desventuras, o escriben en redes sociales una cosa y a los minutos las borran y se contradicen para estar en la noche en elegantes restaurantes o sinuosas reuniones, conspirando contra el Perú. Esos son los políticos de hoy, bandoleros y bandoleras.
¿Te hace provecho que el congreso de los sinvergüenzas le de confianza al gobierno de los más sinvergüenzas? ¿Son demócratas y gentes de bien las que se cuelgan una cinta con los colores de la patria y se hacen llamar representantes del pueblo? ¿Son demócratas y gentes de bien los que se colocan un “fajín” ministerial para construir o tapar licitaciones amañadas, adendas irregulares y contratos fraudulentos que les sirven de caja financiera a ellos y sus cómplices?
¿Es importante tener un congreso de pelagatos, faranduleros, incompetentes y menos que mediocres arruinando a un país y encima cobrando millones por hacerlo? ¿Es importante, acaso es necesario tener un presidente inepto, ligado cada día más a una organización criminal, gobernando el Perú y encima, pagarle por hacernos daño?
Tenemos las armas que la Constitución Política nos otorga, tenemos la razón en cada segundo de nuestras vidas, tenemos la voz y la fuerza, pero hipotecamos los votos y perdemos el tiempo porque unos hablan de una manerta y otros de otra, porque nos peleamos por minucias y nos ponemos celosos de nuestros semejantes, teniendo los mismos principios y valores. Ese es el drama. Muchos quieren ser cabeza, presidente, rey y líder, pero no lo son porque la principal cualidad es la humildad y no quieren aceptarla.
Estamos en rumbo de autodestrucción y seguimos divididos, preocupados tontamente en la confianza de quienes siempre traicionan la confianza ciudadana.