Lo que más le duele a la vetusta reina de la hipocresía política caviar y el alquiler de adeptos, es que no la nombren por su libreta electoral, ya que siendo tan vieja, ella y la libreta, en su de-ene-i aparece algo así como una identidad forzada por el mar de los escombros, guarida de donde procede y destino al que se debe. Es una fuente de males, odios y un resentimiento tan grande, que ni su soberbia puede vencerla y apela en consecuencia, a la vanidad que la encumbra como portafolio de ofensas.
Se dice en el espejo oscuro de las mañanas también oscuras, que es ella y solo ella (o quizás, es él y sólo él, autopercibido él), que hará leña a los que quiere ver como leña, aunque no mire bien y esas leñas sean ahora miles de astillas que la hincan en su pecho hendido que le comprime el corazón ese, que no sabe lo que es amar y ser amada (o amado). Triste soledad la del dinero mal habido y del dinero que no viene del trabajo honesto, pero es así.
Esta es la historia comprimida de una bolsa fangosa extendida, donde aquella inhumanidad se burla cada día de los que quiere ese día odiar, donde bosteza eruptando, ofende con ventilador oxidado, ataca a mansalva de culpabilidades, dispara con renta fija a percibir de sus mecenas y efectúa cobranzas a plazos, con afilada chaveta… como a tres cuadras de aquella esquina…
Creadora de miedos inconcebibles, nadie la aguantaba, salvo claro está, uno de sus iniciales puntos, de la lorna hinchada (pez) mal oliente, que se convirtió en morsa hinchada (mamífero) como corresponde. Pero si de apodos y chapas le dices algo frente a lo que difunde en ataques, insinuaciones perversas y cientos de malabares de odio en sus palabras de desafecto, revienta su voluminosidad verbal y suelta desde el troll center que le financió su amigo del ministerio -en tiempos del lagarto-, ahora a cargo de “la morsita” asesora en el ministerio, toda su batería de moluscos y equinodermos para bramar y gruñir en la emisora de la santidad del odio.
Tiene “miones” de millones de seguidores, pero solo la decantan en su defensa decenas de nombres repetidos y cuentas de una misma marea roja, también maoliente y decadente. Los “miones” no hablan porque ella, elle o como quiere que se le diga, se molesta si respondes directamente, pero se irrita y arruga más sus pliegues sudorosos cuando la dejas de lado, como recostada en los peñascos. Así que, a seguir en la brega, recordando la letra de la canción cuando dice… como a tres cuadras de aquella esquina…
Imagen de ilustración, a modo de sondeo (troll bergen cheff) cuando el fin llega a la maldad, a los trolls malos.