La historia de la Iglesia está llena de personas e instituciones carismáticas desde sus inicios. Muchos carismas han sido suscitados por el Espíritu Santo tanto en el campo de los religiosos como en el campo secular. Muchos santos han recibido carismas especiales para hacer una fundación o conseguir unos seguidores que apoyan una actividad con unas características determinadas para el bien de la Iglesia y de los fieles.
El cuidado de los carismas
Los mismos santos se han encargado de cuidar la fidelidad al carisma que habían recibido de Dios, que pudo haberse extendido a personas que encontraron en él, el camino que Dios quería y se sintieron comprometidas a cuidarlo para la edificación de la Iglesia.
Se puede recibir el carisma de una persona o de una institución, y hacerlo propio, con una vida de dedicación y entrega.
Hay carismas que permanecen en el tiempo y se siguen viviendo con la autenticidad de los orígenes. También existen carismas que se han perdido por descuido o por desviaciones de quienes estaban a cargo de ese carisma.
La Iglesia cuida los carismas
La Iglesia y el Santo Padre velan por la fidelidad de los carismas que son reconocidos como gracias especiales para el bien de los fieles y de la Iglesia. Hace bien el Santo Padre en cuidar y velar por la fidelidad de los carismas.
Hace unos días, el Papa Francisco escribió un Motu proprio en el que manifestaba su apoyo al carisma del Opus Dei, con el objetivo de “proteger el carisma” y “promover la acción evangelizadora que sus miembros llevan a cabo en el mundo”, difundiendo la llamada a la santidad “a través de la santificación del trabajo y de los compromisos familiares y sociales”.
Estableció una nueva orientación en el Motu proprio Ad charisma tuendum, con el que modifica algunos artículos de Ut Sit, armonizándolos con lo establecido por la reciente Constitución Apostólica. “se pretende confirmar la Prelatura del Opus Dei en el ámbito auténticamente carismático de la Iglesia, precisando su organización de acuerdo con el testimonio del Fundador, San Josemaría Escrivá de Balaguer, y con las enseñanzas de la eclesiología conciliar sobre las Prelaturas personales”.
Gratitud al Papa
Agradecemos al Santo Padre el cuidado para que el carisma del Opus Dei, que dejó su Fundador, San Josemaría Escrivá, se conserve, para que el Opus Dei pueda crecer e vocaciones y cada uno de sus miembros sea el instrumento que Dios quiere para que se multipliquen los santos en el mundo. San Josemaría decía: “estas crisis mundiales, son crisis de santos”.
El cuidado de todos los carismas que hay en la Iglesia
¡Qué bueno que el Papa y la Iglesia entera (obispos, sacerdotes y fieles) velen por los distintos carismas que la Iglesia ha reconocido para el bien de los fieles!
La fidelidad a los carismas es cuidar el camino de santidad de muchas personas. Hay muchos caminos diversos que se unen al único camino, el que Cristo nos enseña con su vida.
En la Iglesia han existido muchos fundadores que han señalado diversos caminos. Muchos de ellos están en el Cielo, por ejemplo San Ignacio de Loyola, fundador de los Jesuitas.
La Iglesia entera, con el Papa a la cabeza, reza para que los Jesuitas sigan el carisma que les dejó San Ignacio. Lo mismo podríamos decir de los franciscanos seguidores de San Francisco, los salesianos seguidores de San Juan Bosco, los agustinos seguidores de San Agustín y los seguidores de tantas otras órdenes o movimientos que hay en la Iglesia.
La fidelidad al carisma es fundamental para la edificación y el crecimiento de la Iglesia como “arca de salvación” para todos.
Para tener en cuenta:
“Carisma es una cualidad o don natural que tiene una persona para atraer a los demás por su presencia, su palabra o su personalidad” (Diccionario).
“En el ámbito de la teología o religión, el carisma significa, en general, un don de Dios. En una acepción más especial, son los dones y disposiciones de cada cristiano para el desempeño de una misión dentro de la iglesia. Más concretamente, son las gracias extraordinarias concedidas por el Espíritu Santo a cada cristiano para el bien de sus hermanos en Cristo”. (Diccionario).
“Por carisma siempre se ha entendido el término paulino de “gracias especiales [llamadas “carismas”] mediante las cuales los fieles quedan “preparados y dispuestos a asumir diversas tareas o ministerios que contribuyen a renovar y construir más y más la Iglesia” (LG 12; cf. AA 3). Extraordinarios o sencillos y humildes, los carismas son gracias del Espíritu Santo, que tienen directa o indirectamente, una utilidad eclesial; los carismas están ordenados a la edificación de la Iglesia, al bien de los hombres y a las necesidades del mundo.” (Catholic.net)
“Un carisma por tanto es una gracia especial que el Espíritu Santo dona para el bien de la Iglesia. No existe una clasificación de carismas y así los hay de diversos tipos” (Catholic.net).