Hay momentos en los cuales se debe apelar al recuerdo y la conciencia, hay momentos en los cuales el mensaje viene con el tiempo que ha pasado y pocos lo reseñan en sus mentes, por eso, quiero comenzar estas palabras que se escriben con la instancia de la indignación y con la prudencia de una cólera profunda que no resiste verse envuelta en el pesimismo, sino en la necesidad de seguir diciendo lo que uno opina, aunque algunos prefieran el silencio porque injustamente, no piensan en el país, ni en sus familias, ni en sí mismos.
José de la Riva Agüero y Osma, Recoletano, Sanmarquino y patriota, “criticaba la situación política y social, el exceso de gastos y empréstitos del gobierno y la debilidad del Congreso”, exactamente lo que hoy ocurre, lo que ayer pasaba, lo que antes se vino sembrando. Y cada palabra de mi fuente constante de lecturas por amor al país, era una voz por la Democracia, a pesar que desde el gobierno lo reprimían, como hoy se hace de distintas formas y sucias maneras contra cualquier voz similar que siga el eco de la Libertad. Y es que sí, se reprime, y es que sí, se coacciona (tributariamente por ejemplo), pero hay resistencias que no se cansan, que persisten en el afán de la lucha con ideas, con la conciencia puesta a prueba con la protesta secuencial.
¿Es tan complicado derrotar a la ignorancia cuando asume el poder del Estado y se convierte en gobierno? ¿Es tan difícil vencer el miedo que pueden inspirar unos cuantos revoltosos que destruyen la nación? ¿Dónde queda esa energía del grito de cada uno cuando siente que es el Perú el que se levanta para vencer?
Hemos llegado a un momento donde no existen alternativas sino un solo camino: la democracia se rebela o perece ante la izquierda.
¿Y cómo se debe rebelar la democracia? Con la fuerza de la razón y la voluntad de la reconstrucción en unidad, no existe otra forma. Para lograr este gran proceso, hay que dejar para después lo secundario, lo que nos separa en el método o en los objetivos imprecisos (aunque parezca contradictoria esa frase).
Es imprescindible por eso, darle fuerza al orden constitucional y reafirmar el mandato que contiene los procesos a seguirse. Pero Ricardo –me insisten-, ¿Cómo lograr 87 votos por ejemplo, para hacer la vacancia inmediata del presidente? Mi respuesta es muy simple: ¿Acaso estás pensando en que ahora o ayer tenías esos 87 votos? ¿Son los votos de 87 mercaderes la prueba para una vacancia? No, eso no es correcto.
Lo que se necesita son los motivos precisos para el momento oportuno. Y esos motivos deben ser contundentes, no de medias tintas. Por eso hay que escarbar en la inmundicia del gobierno, hay que penetrar en la médula ósea, ir al centro del abismo de la corrupción izquierdista y encontrar lo que se pudre y contamina, para que no siga ajustando los 87 votos que jamás se lograrán en tiempos de “conciliación”.
Si existiera contundencia en las pruebas del delito y en la permanente incapacidad moral, sobrarían votos, porque los cobardes serían los primeros en entregarse abiertamente como verdugos de su actual protegido y protector financiero. ¿Lo dudan acaso? No faltan votos, sobran cobardes.