Es desesperante el rol de estas dos semanas en curso, porque deben definirse las alianzas electorales y hasta el día de hoy, no existe ni una sola que en perspectiva pueda superar el 1% que no le dará existencia ni secuencia en el espectro deplorable que anuncian las nubes invernales de una Lima enfriada en sus gritos y protestas. Sin embargo, las hordas de las izquierdas del odio, se han propuesto alimentar sus vanas esperanzas en proponer y promover a un asesino de Policías, un indiferente ex rector que dejó en abandono a más de cien jóvenes que en la universidad a su cargo fueron agredidas, atacadas y ofendidas por unos desalmados progres, unos miserables izquierdistas violentos. Y también, vaga por ahí un ex ministro del más sanguinario criminal de la historia, aquél que condenó a cerca de doscientos mil peruanos a la muerte, durante la pandemia del Covid.
Como “esos” hay varios más que andan por un lado y otro lanzando frases, insultos, ofensas y calumnias, y a la vez van proponiendo “unidad entre todos”, en la demostración más palpable del triple discurso extremista, en el que odian a sus camaradas, odian a sus oponentes y se odian a sí mismos.
¿Qué sucede que las izquierdas del odio no encuentran un solo guía medianamente fuerte, un dirigente nacional que concite atención y respaldo, un líder que sepa de gobernanza y administración pública y sea honesto?
Las izquierdas del odio son por definición el rostro de la violencia y el discurso de la violencia hechas para hacer de la presión política, la baraja de sus oportunidades. Las izquierdas del odio son los marxistas leninistas que no quieren que les llamen “marxistas leninistas”, ni maoístas, pero tienen la soga en la horca destinada a las víctimas que van empujando y las usan en sus marchas otra vez, cada vez, para que hayan más muertos y más odios. Los de las izquierdas del odio son gentes de un enorme resentimiento plagado de bipolaridad. Reniegan de su “condición de clase” y de su status y privilegios, pero de forma hipócrita. Cholean en vasos de whisky en sus cenas de acomplejados y luego escriben en las redes su amor a la choledad (sarta de farsantes).
Se sientan a trolear, lanzan frases hirientes que si se les dices, se victimizan, pero ellos, ellas, son dueños de una nueva ética y moral, la de los perversos pervertidos.
Desde un medio entregado a la voluntad del odio, conocido como el diario del túnel, operadores y sicarios de la prensa escupen iras y cóleras, junto a una colección de manipuladores de su misma podredumbre, contra el más mínimo ejercicio público de innovación, éxito y generación de progreso. ¿Y porqué lo hacen? Debido a que van saliendo más caras valientes, más programas de gobierno coherentes, más líderes en la cruzada por la Libertad, que no se callan y van acompañados de ciudadanos que tampoco se callan ante las mofetas del hedor político.
Las hordas del sofá caviar han recibido nuevos guiones y cometen el error de siempre al decir que no se elija a ningún actual congresista otra vez, salvo a sus camaradas en el crimen y delito político porque están santificados en el templo de la hipocresía y eso, no lo pueden perder. Eso dijeron en cada proceso electoral pasado y repiten el mismo guion proveniente del mismo patrón. ¿Les hicieron caso tontamente los partidos inclinados en la moda caviar de los tiempos? Sí, algunos como el PPC que se desangró y no volverá a ser nada con lo que ahora quiere llegar a poner un par de senadores y diez diputados (vana ilusión).
Que casi todos los actuales congresistas son una vergüenza y una manada de impresentables es verdad y hemos dicho siempre que hay que castigarlos más que a ellos, a sus partidos, verdaderas cuevas de piratas y mentirosos que no se cansan de destruir la pobrísima institucionalidad que queda. Si castigas al partido comunista Perú libre estás castigando a sus soldados, si castigas a los denominados “no agrupados” castigas a los tránsfugas morados y todo ese colector de nuevos grupos que son “los mismos caviares de siempre”; si haces lo mismo con Acción Popular castigas a los niños y las niñas de la hipocresía; si castigas… castigas pero sin excepciones, sino eres parte de la jauría caviar que dice “a los míos no, a los demás sí” y eso de delata como fascista de la izquierda del odio.
Las gentes del mal, los militantes de las izquierdas del odio, con camuflaje rosa, amarillo o morado, son porquería destruyendo el país.
La pelea está creciendo a favor de la derecha desunida, ese es el gran problema frente a la basura envuelta en la misma bolsa contaminante. Por ello, hay que limpiar en las opciones democráticas el lastre y ver en un programa sencillo y puntual, que nunca más un comunista, un marxista leninista, un asqueroso socialista, una pervertida de los caviares y las progres, vuelva a tener un puesto de representación ciudadana.
