Hoy leía en la red social “X” que un sicario mediático trataba de impulsar la frase “pista de la muerte” al cruce de dos avenidas donde algunos conductores de vehículos, al no respetar el derecho de preferencia de vía principal, chocaban sus autos contra otros que venían en circulación natural. Es decir, la autoridad municipal de Lima ahora es “culpable” de la imprudencia de choferes que no cumplen ni respetan el Reglamento de Tránsito que debieran conocer para circular con seguridad propia y hacia los demás.
Este sicario mediático, cuya fonda es una redacción o cuya redacción es una fonda, porque Periodismo no hace ni edifica desde un antro de odios, cree que posee autoridad y suficiencia para que sus mentiras e inventos sean de aceptación unánime cuando escribe que “muchos le dicen a esa pista” o “todos la conocen como”. Y ni muchos, ni todos, sabían, dijeron o leyeron que el inventor de la frase “nueva pista” era justamente, el del periodismo de la muerte, del odio y del resentimiento (porque la mentira se ha hecho evidente en esa frase tan de porquería).
El Alcalde de Lima hace obras constantemente con un presupuesto sumamente limitado, muy chico, pero que es limpio. Con dinero recuperado de cajas que se destinaban a pagar por no trabajar a gentes como “ese” redactor de planas sucias y letra oscura (tal vez, digo y opino, fruto de su procedencia militante).
Que a un resentido social o a una resentida tampoco le guste el orden de obras municipales o la ejecución de las mismas, no significa robo (como lo hacen por costumbre las izquierdas). Que a un sicario de los medios sin plata ni público, quebrados o subsistiendo por lavado de activos, no lo sabemos aún, les desagrade que alguien diga lo que piensa y eso les ofenda, no da “derecho” a sentenciar de forma innoble y cobarde, la obras que van a ser complementarias de una vía principal. No saben de urbanismo, maltratan el periodismo, no informan, ni escriben ni hablan con la realidad a la vista, sino haciendo “de la desgracia que quieren que venga” su letra insignia.
La única letra insignia y no insigne para esos militantes del odio, es de las muertes que se quieren que vengan, como en las protestas donde se incendiaban locales públicos (Fiscalías, Comisarías), donde se bloqueaban las pistas de aterrizaje de aeropuertos regionales y se destruían luces de las pistas de aterrizaje (para que se estrellen los aviones y mueran los pasajeros), donde se les increpaba y exigía a los Policías a que “no se metan, déjennos destruir todo” -hasta sus propias vidas-, con la finalidad de dominar ciudades para dar la impresión de revueltas triunfadoras. Es decir, la prensa que azuzaba la violencia, las agresiones y la muerte es ahora la que al no poder convocar, confundir, congregar ni aglutinar futuras víctimas, comienza a sembrar las frases que luego se pretenden volver el slogan del discurso de odio contra ciudadanos que lo dejan todo, para el servicio público honesto, honrado y eficiente.
Usted amigo y no amigo puede estar de acuerdo o en desacuerdo con una gestión municipal, pero no se puede ir por allí inventando frases de odio, slogans de maldad y gritos de sangre, como expresión opositora, porque no es Periodismo hacerlo, no es Periodismo repetirlo, no es Periodismo el fabricar estilos sicosociales para ensuciar al que se odia, no al que se rechaza (habiendo una distancia enorme entre rechazar y odiar).
El Periodista puede rechazar a una autoridad, está en su derecho. El sicario mediático no puede reemplazar el rol del periodista para estar redactando con odio, su gran complejo de rechazo hecho envidia y maldad militante.