Estamos inundados de hipocresía electoral y de promesas como un vendaval de ilusiones, pero en realidad ¿Estamos siendo conscientes de lo que nos va a suceder a partir del 28 de julio de este 2021 de pandemia y corrupción enraizada en todos los estamentos de la sociedad?
¿El Perú se juega una lotería o no nos interesa lo que puede suceder?
De un lado tenemos al comunismo vestido en traje de seda, con puños en alto y lenguajes que apelan al resentimiento, el odio y la violencia, porque unos cuantos manipuladores de la verdad, asociados con medios de comunicación y grupos de presión se han dispuesto continuar en su enriquecimiento a costa de nuestros impuestos y nuestra libertad. Y lo peor, es que hay miles que lo aceptan a sabiendas, aumentando sus creencias de odio, violencia y resentimiento, como si la solución fuera quitar a otros, para tener lo que quieren de otros, no por esfuerzo o trabajo, sino porque así debe de ser la fórmula de la envidia, de la cólera, de la ira.
De otro lado, está la promesa de cambio de una herencia que se considera maldita, reprochable… ese “nunca más” que fue de otro, pero que se le hace propio a una mujer en su lucha por el gobierno nacional.
No hay santidades ni demonios, sino una línea entre la Libertad y el comunismo, esa es la única verdad.
Entonces, ¿Es posible que los peruanos aceptemos como cierto que todo cambiará, si se cambia todo? ¿Es verdad que un nuevo discurso, dicho por un manipulador de la política sea la solución? ¿No nos damos cuenta del camino al abismo o queremos caer al fondo para pensar que luego, por esas cosas de peruanos, saldremos adelante? ¿Es nuestra eutanasia consentida, el suicidio perfecto?
El Perú ha caído en su nivel más extremo y seguimos en lo mismo: los análisis, las encuestas, los estudios, las hipótesis…
Decía mi sabio Padre: “Lo que nos falta como error, ya lo hicimos permanentemente. Hay que sacudir todo y botar lo que no sirve, eso que se repite cada cierto tiempo, eso que nos daña y aplaudimos como autómatas: el populismo, la envidia, la ignorancia hecha banda presidencial o fajín ministerial”
No sigamos en el mundo de la ingenuidad, en la vereda de la estupidez, en el cadalso hacia el fin.
Sólo hay una opción y una sumisión: O es Libertad y pelear para lograr cambios, o es esclavitud y comunismo para hundirnos en la miseria y la esclavitud política.
No esperemos el día de las elecciones, la decisión comienza hoy.
La democracia no es un juego de palabras ni una oportunidad para perder la razón, sino un camino para asegurar nuestro progreso y desarrollo.
Es hora de dar la pelea. Yo, ya la estoy dando. No voy a regalar mi Patria al comunismo.