En la soledad de sus cabinas de radio o canalcitos de Youtube (algo así como la pecadora invadiendo el sagrario, y un estanque de huesos hundido pretendiendo ser cubierta de dignidad, respectivamente), donde las ven apenas un par de sus empleados y algo de su pequeñísimo círculo de chismosas que las envidian y se dicen ser entre ellas “amigas”, Tres conductoras de programas donde se grita, desvaría, insulta, agravia y dilapida honras -buscando, provocando que sus víctimas las enjuicien para ser ellas las victimizadas-, ha comenzado una insaciable orgía de videos y fotos intrascendentes que son ahora usadas para “levantar al pueblo” (del que ellas no son parte). Esos videos y fotos, casi todos construidos y relatados como si fueran una protesta popular, siendo una mueca de cólera, se dice que son el motor de lo que necesita la izquierda para levantar al país adormecido e indiferente con todo lo que sucede, se dice que es esa filmografía y fotografía, la sangre que debe inflamar las venas revolucionarias de los que quieren ser insurgentes, pero en realidad, pinturas rupestres no encienden, “testimonios” de escándalos no pasan de ser recopilaciones de chismes comentados por cómodas viejas envueltas en máscaras de perversidades.
Pero si a esas viejas autodenominadas periodistas les dijeran en la calle solamente “gorda”, “flaca” y tal vez una chapa irónica, las oenegés de derechos inhumanos, los periódicos y canales de TV caviares, las organizaciones feministas radicales y hasta un sector rosado de la Iglesia católica sacarían comunicados y mensajes de solidaridad por el ataque terrorista, la agresión sangrienta” de decirle lo que es, a quien lo luce o se le distingue.
Esas homofóbicas que en la pantalla se hacen las solidarias, esas que paran choleando y se sienten con la urgencia de taparse la nariz cuando alguien que no es de su zona se les acerca, esas miserables que viven haciendo y produciendo miseria, siguen cayendo al abismo y felizmente, es una caída lenta, pero caída al fin y sin retorno.
Si a esas lombrices o morsas les apetece el odio a las mujeres, lo que están logrando es que todas nos demos cuenta que siendo lombrices de mal aliento y morsas de aguas servidas, no significan dignidad ni respeto.