Cuando caminas por las calles de tu ciudad o cuando te sientas un momento en casa, surgen pensamientos que son parte de las preocupaciones diarias (el dinero que no alcanza para todo lo que uno desea, la inseguridad de cada momento, el proceso de clasificación al siguiente mundial de fútbol, los anhelos en la familia, las noticias y las revelaciones que escandalizan… hay mucho por pensar, poco por decidir). Esta cruel escena diaria, es reflejo de una sociedad, que descompuesta o sobreviviente, trata de mejorar por sus individualidades, nunca por fuerza colectiva, ya que si algo nos caracteriza a los peruanos, es la división y no la unidad.
Unos se preguntan también, con mucha justicia, porqué estamos, porqué somos un país de gentes divididas si tenemos mucho en común (idioma, comida, tradiciones, costumbres, historia). La reflexión ante ello, no existe porque se superpone a nuestras negaciones y preferimos el silencio. Nos creemos lo contrario a la verdad y a la realidad.
Hoy que vivimos tiempos de inacción y cero participación efectiva, activa, contundente, consecuente y cierta, nos movemos entre fobias de un lado y hacia todos lados. El incentivo a la inacción ha surgido al comprobarse que lo que sucede está programado para aniquilar el pensamiento y para volvernos una nueva especie de autómatas sin razonamiento, sin palabras, sin ideas, sin propuestas. Esto es lo más grave y sigue haciéndose escara en la piel.
Recibimos inconscientemente, millones de ácaros que vienen envueltos en mensajes ideologizados desde grupos que hacen de la nuevas máscaras del marxismo (progres, caviares y transformados), una inyección letal que causa daños irreparables en el comportamiento y en las actitudes ciudadanas. La izquierda se presenta con señales de identidad y solidaridad llena de hipocresía en algunas reivindicaciones, hasta que se muestra como lo que es, con su verdadero rostro de odio y daño.
Los ciudadanos ya sabemos de esa “mascarada” pero aún se siente en el aire que respiramos, algo que nos está dando reacciones: las poses frente a lo que sucede, los discursos de odio caviar, el pensamiento de revancha de los progres, el posible resurgir de la amenaza senderista en sus formas legales e ilegales: Movadef / Fenatep o el Partido Comunista en sus espadas de sangre (Patria roja, Sendero luminoso, Bandera roja, Perú libre…).
Estamos, lo repetimos, en la era caviar, el tiempo de los ácaros ideológicos que se muestran inofensivos, pero en cada uno existe el daño al ciudadano y su familia, porque lo que proviene de la izquierda es solo eso: daño.