“Muy preocupados por técnicas de evangelización, por inteligencia emocional, o inteligencias múltiples, por cómo llevamos la tecnología al aula, distraemos la vida escolar de lo verdadero, poniendo lo inmediato y novedoso sobre lo necesario”
El sacerdote afirmó que le llamó la atención como, a veces, en realidades educativas en contexto de pobreza se cae en “la tentación de la simple contención social, o la resignación frente a oportunidades en la vida, se las considera infranqueables”.
Asimismo, estimó que “el joven que se encuentra con otros jóvenes, o que se cruza con adultos educadores con esta manera particular de proponer la vida, no permanece indiferente”.
“Es más, tal vez una propuesta así sea la única propuesta capaz de satisfacer su necesidad de totalidad; porque no encuentra respuesta en lo que tiene a su alrededor, experimenta la sensación de que la vida, así como es, como me la venden, no alcanza a mi corazón, que desea mucho más”, agregó.
El presidente del Consudec consideró que los directivos católicos deberían plantearse “si el problema está en sí tenemos más, o somos más. O cómo vivir una vida a la medida de la necesidad verdadera de mi corazón”.
“Hoy la Escuela Católica, y me refiero a los responsables de la educación en la Iglesia, debemos preguntarnos si nuestra propuesta y el modo de presentarla está a la altura de la necesidad de nuestros jóvenes. Para esto tenemos la fuente rica de experiencia en la historia de la humanidad, donde Dios nos enseña cuál es la consistencia del corazón humano y cómo acompañarlo en su búsqueda”, concluyó.
Más información: www.consudec.org.+