En el Perú “todo es delito”, entonces, nadie va preso -los culpables siguen felices e impunes-, se desacreditan las leyes, no existe legitimidad legislativa, nada funciona como debería de ser y la desinstitucionalización es lo único que procede, contrariamente a lo que se requiere, a lo que se necesita “ser”.
Ni un solo Congresista tiene habilidades y preparación para tener el cargo y representarlo, al margen de si uno o un poco más de uno son buenas personas. Ser Congresista no es un “casi” o un tal vez, no se trata de ser una excepción contraria ante la mancha delictiva que compone la nueva racionalidad absurda de actuar y aprobar tonterías que envuelven intereses, antes que justicia efectiva, nada más y tan simple como eso, justicia. Entonces, perdemos tiempo, dinero y garantías procesales, porque hay instancias preliminares que se vuelven telenovelas cuyo guion es “a cambio de”.
El sistema de justicia no existe, se ha destruido, es una telaraña de incongruencias y perdura una pelea entre iguales de miserables, entre bandidos, por hacer un péndulo de intereses donde los sinvergüenzas deciden el destino de cada proceso judicial. No hay justicia, lo repito.
Y en paralelo, el debate político es tan inubicable y ausente, como la necesaria presencia de calidad de las personas que deberían representarlo.
¿Es viable así un país? No, hay que tomar acciones enérgicas, no radicales, sino constructivas, inmediatas, que ordenen al país y reinstitucionalicen la estructura de gobernabilidad. Hay que reducir municipalidades distritales, de casi dos mil a quinientas. Hay que reducir municipalidades provinciales de casi doscientas a veintiséis. Hay que desaparecer los inútiles gobiernos regionales y más de la mitad de los ministerios. Hay que tener no más de cuatrocientos mil trabajadores en el Estado en vez de un millón quinientos mil. ¿Se puede hacer? Claro que sí.
Tenemos que reemplazar la estupidez y el odio, por el debate y el acuerdo político entre nuevos líderes y mejores dirigentes, cambiando todo lo podrido por la inmensa magnitud de los mejores, de los honestos, de los honrados.