Hace décadas, cuando la política estaba representada por gente honorable en su mayor composición, existía el Instituto José Faustino Sánchez Carrión, un espacio de encuentro para fortalecer capacidades, talentos y liderazgos, un centro de formación a partir de la acción y el pensamiento democrático. Allí con Luis Bedoya Reyes, Mario Polar Ugarteche, Ernesto Alayza Grundy, Roberto Ramírez del Villar, Antonino Espinoza y Luz Alvarez de Shultz, se construyeron –junto a un equipo de gentes muy jóvenes-, manuales de instrucción, se diseñaron círculos de estudios y debates, se promovieron escuelas de participación ciudadana en la política nacional (intelectualidad, actividad y compromiso). Tuve el privilegio de colaborar algunos años, acompañando el esfuerzo académico y editorial de sus directivos -a pedido de ellos-, haciéndolo ad honorem, como demostraban con su ejemplo los ilustres pensadores e inspiradores del socialcristianismo en el Perú.
Acción y pensamiento democrático, justo lo que ahora es escaso, lo que hoy en día se condena. ¡Que ironías de la realidad peruana!
Se los comento porque a partir de cualquier conversación sobre la hora presente, salta como punto de vergüenza (no existe otra palabra para definirlo), el que pocos o muy pocos “participen” en política. ¿Pero cómo hacerlo Ricardo, si estar en política equivale a que te digan ladrón? Es que es muy sencillo, no te pido que seas ladrón ni te involucres en actos delictivos contra el país, eso no es política, eso es delincuencia. Lo que te digo es que, considerando el hecho cierto que estamos de acuerdo en que hay que recomponer, renovar o reconstruir el tejido de la representación política en el Perú, se necesitan actores y gestores de la ciudadanía, que dirijan, organicen, armen, construyan y edifiquen redes de opinión y pensamiento para que desde allí surgan nuevos líderes o tal vez, descubramos a los líderes que han estado esperando el momento para dar su voz y su talento en esta dura tarea que intenta darle vida y futuro a la frágil democracia que tenemos subsistiendo a duras penas.
¿Es difícil hacerlo? No, lo difícil es el compromiso, en eso reside todo el problema y después, en establecer agendas de unidad, con secuencia y frecuencia en las tareas y objetivos. Vuelvo a repetirlo: ¿Es difícil hacerlo? De ninguna manera. Y entonces Ricardo, ¿Nos das un ejemplo de otros que lo hayan hecho? Claro que sí: las izquierdas con sus modelos de odio y resentimiento han armado estructuras políticas que felizmente no han surgido con fuerza por dos grandes motivos. Primero por sus envidias internas y segundo, por el mismo problema que los otros del centro y la derecha, porque no tienen líderes.
Así que la mesa está servida, aunque los titiriteros se desesperan por seguir controlando todos los hilos. Ese es el reto. Participar, acción y pensamiento democrático, dirigentes y líderes haciendo que más gentes buenas, hagan cosas buenas por el Perú.