Todos los ojos están puestos en los gobiernos pasados, en Ministros y “altos funcionarios” que tuvieron responsabilidades de diferente naturaleza política y financiera (intereses) que facilitaron las rutas de la nueva forma de corrupción que desarrolló Odebrecht en el mundo y con especial agresividad criminal en el Perú.
“Las pistas se van uniendo y se revelan circuitos del dinero sucio, pero la vía principal de ese aeropuerto de billetes que volaban desde Brasil y aterrizaban luego de prudente escala en Lima, para luego terminar en cuentas cifradas o de empresas especialmente creadas para recibirlos y lavarlos, en paraísos fiscales como las Islas Vírgenes, Gran Caymán, Luxemburgo o Panamá –para citar algunas posibilidades- es la de lo que hemos denominado los aceitadores, es decir los elegantes sinvergüenzas que intermediaban entre la burocracia estatal –ProInversión, MEF, SBS, Ministerio de Transportes, Municipalidad de Lima, Contraloría, Fiscalía, Poder Judicial, gobiernos regionales y municipalidades provinciales- y el mercantilismo privado que se coludió y generó una larga cadena de responsabilidades que aún no han sido reveladas en su real magnitud”
Al descubrir en la notas de prensa de tiempos pasados las emisiones de Bonos Soberanos, nos topamos con varias sorpresas. Al revisar también los eventos empresariales donde se promocionaba al Gobierno de Toledo o al de Humala por ejemplo, con anuncios de medidas económicas o estrategias financieras que sólo aplaudían los que generaban esas políticas, esos préstamos o esas inversiones, las sorpresas crecen con mayor intensidad.
Es como si se hubiera descubierto otra vez la leyenda de El Dorado, esa cueva llena de oro que nadie ubicaba, pero que existía oculta, hasta que en su apetito ilimitado los españoles de la conquista se dan cuenta de otros dorados dentro de nuestras tierras, como la explotación interminable y asesina al indio, la usurpación violenta de tierras, el nuevo dominio irracional destruyendo una cultura incomparable.
Esos nuevos “conquistadores” o picaflores andinos que crearon su actual Dorado, son los que debemos señalar luego de descubrir sus errores en el tiempo, sus artes delictivas bajo elegantes ternos y corbatas que –paradojas de la vida- deberían servir para sentenciarlos a la horca si hoy pudiéramos hacerlo. ¿Y porqué? Porque han andado como precursores del progreso y el desarrollo, se han presentado como la consecuencia del esfuerzo, con muchos títulos bajo el brazo, pero sin ninguna base moral y humana que los encumbre.
Hoy en día, estamos viendo que ningún centavo cayó del cielo y que en estos tramos de la investigación a Odebrecht –en que no pasa nada hasta ahora luego de tantos años- los fideicomisos seguirían activos bajo cortinas irregulares, los Bonos han estado en venta por lo bajo, los cómplices se habrían reciclado en nuevas empresas y lo que es peor, creerían que la impunidad ha sido lograda gracias las gentilezas del gobierno de Vizcarra y por supuesto, al de Castillo.
¿La ruta de la criminalidad con el “jet” de Lava Jato sigue en vuelo? Todo indica que ahora no es sólo un “jet” sino una flotilla completa de mafiosos, que muy pronto, les iremos contando dónde están y que hacen, adicionalmente a su dorada expansión delincuencial.
Recuerden que Odebrecht ha estado involucrada en más de seiscientas operaciones (contratos, licitaciones, acuerdos y adendas) y el efecto de esa corrupción es desbordante y párecxe, imparable.