El disertante fue secretario de redacción del diario platense El Día, colabora en el diario La Nación y es director de prensa de la Cámara de Diputados de la Nación. La charla se tituló “La indiferencia ciudadana ante el avance de la corrupción. La ciudad de La Plata, un caso testigo”.
Román recordó que en los últimos meses, La Plata ha sido noticia nacional por escándalos resonantes: el de los sindicalistas Pablo “El Pata” Medina y Marcelo Balcedo (investigados como jefes de organizaciones ilícitas con múltiples ramificaciones) y ahora el del ex juez César Melazo, aparente cabecilla de una banda delictiva dedicada al robo de plata negra y a la venta de impunidad.
“Los Medina, los Balcedo y los Melazo no son, sin embargo, casos aislados –afrimó-. No son “accidentes ocasionales”. Son, en realidad, emergentes de un sistema de degradación general que ha podido extenderse y prosperar con grandes cuotas de indiferencia social, de complicidad, de tolerancia y hasta de exaltación de los corruptos como “modelos de éxito”.
Contrapuso eso con lo que fue, un polo universitario, científico, creativo e innovador, una ciudad de vanguardia, trazada y planeada especialmente, a la que el escritor dominicano Pedro Henríquez Ureña bautizó, en los años veinte del siglo pasado, como “La Atenas de América”.
Luego, dijo, el rumbo empezó a torcerse. Las instituciones, en el mejor de los casos, cultivaron la indiferencia. En muchos otros, fueron cooptadas por la corrupción lisa y llana. Hubo muchas que actuaron con criterio acomodaticio: les convenía hacerse las distraídas.
Hay grados y matices diferentes, agregó, y honrosas y valientes excepciones. “Pero entre la complicidad, la tolerancia, la cobardía y la conveniencia, se favoreció una atmósfera en la que los jueces y los policías corruptos, los sindicalistas mafiosos, los banqueros estafadores y los políticos coimeros, se sintieron demasiado cómodos, se creyeron impunes (y lo fueron, efectivamente) y fijaron las reglas en una ciudad que terminó aceptando su propia degradación.”.
Señaló que “todo esto no ocurría en un paraje de frontera amparado por la lejanía, ni en una ciudad satélite o suburbana. Ocurría en el corazón político e institucional de la principal provincia argentina”.
No obstante, el docente de la UCALP observó que “parece haber una toma de conciencia sobre la magnitud de esta enfermedad que ha arrasado con todos los códigos de ética pública”.