Cuando alguien se empecina en una idea, en una propuesta o en algún proyecto que pretende tener alcance popular con buenas intenciones (esa debería ser la idea y el esfuerzo central) sucede que los logros se van conquistando a medida del tiempo y de la información y convocatoria que se realiza. Lo bueno se hace extensivo cuando los buenos lo construyen.
En estos tiempos de odios e iras que promueven las izquierdas de tantos rostros de hipocresía y maldad, es común que se empecinen también ellos, pero no en ideas, jamás en propuestas, de ninguna manera en proyectos sostenibles por sus bondades y alcances. Ellos son y hacen de la agresividad, la nueva violencia y el resentimiento constante, su discurso y apología a la muerte como conquista de sus dogmas. Decirlo a ellos, lo que son y lo que hacen, es como anunciar que tienen otro objetivo de daño, no importa, no nos van a vencer con sus odios e iras, porque no se les debe de contestar, sino que hay que seguir en la senda de lo fructífero, sólido y expansible: valores, virtudes, principios, acción de ejemplo.
La inocultable perfidia de los caviares y sus izquierdas del odio es evidente en el Perú. No existe ni una sola propuesta de paz social y desarrollo conjunto, no han presentado jamás una sola idea o iniciativa de empleabilidad e inclusión académica y formativa, jamás han renunciado a subvenciones estatales que muy bien podrían y deberían estar en los presupuestos de impulso a los más pobres y a los que hacen empresa desde las familias. A los caviares y sus primos hermanos de la subversión sólo les importa el uso y beneficio de lo público, en su beneficio privado.
Hoy que gobierna otra forma de izquierda, adormecida en la propuesta, atrevida en el dispendio, hemos corroborado que la incompetencia es su huella y gen, su ADN inconfundible, porque el Perú ha seguido retrocediendo, pero más, el Perú se está violentando, pero más, la gente pierde sus empleos, pero más.
Hay que seguir poniendo barreras que detengan el perjuicio de la caviaridad, del izquierdaje violento, de los medios del odio que cargan pólvora hepática contra la frágil democracia que todavía subsiste.
No nos callemos, démosle pelea al odio y la ira, con la fuerza y convicción de lo que somos: peruanos con dignidad.
Imagen referencial alusiva, Siqueiros “la marcha de la humanidad”