La izquierda absolutiza el odio como motor de su nueva historia y discurso impositivo; y para esa construcción necesita destruir el orden social, la composición familiar, las definiciones humanas, lo natural y lo legal; por eso, a la formación ideológica de sus activistas no les hablan de marxismo ni de materialismo dialéctico, sino de “nueva educación, nueva formación” (que cubre al marxismo llamando a sus teorías “progresismo”), usando el fanatismo del adoctrinamiento militante, como una de las formas de “resurgir” (palabra del diccionario de la subversión).
Resurgir para arrasar y dejar en ruinas el Estado capitalista, destruir para reconstruir un mundo con generaciones de dirigentes, militantes y simpatizantes de gritos en una nueva guerra donde no mencionan la lucha de clases, ni la palabra “revolución”, pero se mata más y se destruye más. Se trata de una estrategia de campos minados y lanzallamas constantes que no dejan de disparar el fuego y la maldad. De lo que queda, no debe quedar nada y del proceso y la fuerza de ataque, ni una sola institución debe sobrevivir y para lograr con mayor efectividad la tarea de “edificar la nueva sociedad”. La izquierda del odio en este combate va propagandizando el desprestigio a lo que signifique tradiciones, valores, virtudes, principios porque se trata de “destruir y arrasar conceptos” que sostienen la sociedad de los desiguales (ese es el nuevo motor de ataque con palabras insostenibles, pero con cierto grado de enamoramiento populista… hasta que la nueva realidad revienta como dictadura comunista).
Les comento esto porque esa secuencia de la izquierda del odio viene aplicándose en el país desde hace mucho tiempo, habiendo tenido espacios de presencia y conquista temporal, pero siendo insostenible en el tiempo, ha sido el flanco de la derrota sufrida por esas hordas de la deshonestidad intelectual y la cobardía política, al punto que se olvidaron de algo trascedente: tener líderes, dirigentes, referentes, militantes (lo que hoy, no tienen).
Así, vemos que, de aproximadamente 39 candidaturas presidenciales, cerca de 30 vienen de las canteras del odio, de la izquierda del odio, de la izquierda bipolar, de la izquierda traidora a la Patria, de la izquierda subversiva que ocasionó más de 70,000 muertes durante los años de terrorismo del partido comunista sendero luminoso y del MRTA, otra banda asesina que nació y se formó como eje paralelo de la izquierda revolucionaria (del odio).
Además, a esas muertes hay que sumar las de sus socios progresistas, caviares y mutantes, como Vizcarra y sus aliados que ocasionaron más de 200,000 fallecidos durante la pandemia del COVID. ¿Se dan cuenta? Los dueños de las desgracias -terrorismo y corrupción- quieren impunidad absoluta y para eso, postulan a la presidencia en vientres de alquiler, partidos fantasmas y en cuevas de hedor, pintadas con simbolismos de colores que intentan cubrir su sucia procedencia, pero eso no les está funcionando porque los ciudadanos saben oler las patrañas que envuelve la miseria del delito y también, se descubren a los que se dicen ser de centro izquierda o “puro centro” y son caras pintadas del mismo rostro del crimen oculto. En consecuencia, no tienen opciones “a la cabeza” de sus hordas, pero han infiltrado decenas, cientos de pervertidos, agentes de los cárteles de la minería ilegal, del contrabando y la trata de personas, del narcotráfico y las extorsiones, de los cárteles del transporte público que se asesinan por el dominio de las rutas ante el inminente fin de circulación de sus unidades (por antiguas y alto riesgo al usuario). Las listas al Senado de la República y la Cámara de Diputados se predestinan inundadas de lo peor de la sociedad, lo más ranqueado del delito, embajadores de la corrupción, jueces de la impunidad.
La izquierda del odio NO presenta una sola opción ciudadana para las elecciones presidenciales, pero tengamos mucho cuidado con los infiltrados en las planchas, en las listas al Senado y a la Cámara de Diputados, porque de los miles que se presentan, calculamos que un 95% tienen todos los requisitos oficiales para destruir al país.
Se viene una tormenta devastadora, con una inmensa plaga de nuevos y viejos políticos devoradores. ¿Están preparados para enfrentarlos?
Imagen referencial, captura de pantalla de Los Bandoleros
