Podria dedicar todos los días de mi vida a explicarle a mis amigas el terrible daño que por décadas le han hecho al país las izquierdas que se alejaron de una posición táctica de argumentación y propuestas, una izquierda con Carlos Malpica en sus integrantes, con Enrique Bernales, Henry Pease y el propio Alcalde de Lima, Don Alfonso Barrantes Lingán, a cuyas filas se unían Rolando Breña, Olmedo Auris, Pedro Huillca y muchos otros líderes que, radicales o moderados, eran gentes honestas, honradas y alejadas del robo del presupuesto público como medio de riqueza o favores. Pero, desde las trincheras cambiantes de medios rastreros como La República o de algunos pasquines de la misma imprenta, como era usual se fundaban y refundían, otros voceros extremistas que los presionaban “para aguerrillerarse”, como bien lo explica en sus artículos nuestro Director, Ricardo Escudero.
Aquí, que le podemos decir lo que pensamos y opinamos a los tres extremos de la política nacional: las izquierdas agresivas del odio y el resentimiento, las derechas comodonas y mercantilistas, y los medios de alquiler criminal; no existe, no puede existir contemplación por los traidores de la Libertad, por los piratas de la Democracia, así se molesten y nos intenten presionar con mensajes y con mensajeros de sus alcobas posteriores. Hay una voz que nos une para enterrar a los caviares y a los que pactan con ellos.
Esos “yaperos” que a nuestro entender están lavando activos porque se preparan para una contraofensiva dirigida a renovarse completamente con nuevas inversiones e infraestructura mediática (van a ver que eso ocurrirá), han estado mal acostumbrados a imponer sus verdades y sus mentiras; los caviares encendieron una izquierda más agresiva, la del odio, que con raíces y membranas del marxismo leninismo aplican la teoría maoísta de cuatro etapas, una victoria: (1) quitarse el cariz activo y el lenguaje revolucionario (2) introducirse en la legalidad reformista y buerguesa (3) adoptar términos y mensajes que no revelen el sentir de la lucha de clases y (4) promover la ideologización activa de enfrentar, discutir, arrasar, cambiar e imponer.
El gran problema de las izquierdas del odio y de los caviares en general, es que no tienen ideas, carecen de líderes convocantes y no producen ejemplos que sean inspiración.
Salvo es yapeo, todo es ilusión, dijo Mao, el bodeguero.