El odio contra el progreso y el desarrollo, es la última etapa en la justificación extremista para detener o traerse abajo proyectos mineros, gasíferos o petroleros, ya que esas inversiones -debidamente justificadas en toda la amplitud de su impacto social, ambiental, laboral, financiero- determinan que el país mejore su economía, que la gente tenga fuentes de sostenibilidad durante muchos años y que la sociedad en su conjunto, avance mediante el uso racional y planificado de los recursos obtenidos. Es decir, inversión productiva en general, que impacta en la educación, salud, comunicación y mejora de infraestructura local, regional y nacional. El dinero vía tributos, el dinero vía mayores y mejores ingresos en los negocios y empleos, se convierte en la plataforma de crecimiento integral, si se administra y gestiona adecuadamente esos recursos.
El Perú tiene un potencial minero enorme, que parece ser inacabable porque siempre se conocen de fuentes de exploración y explotación que brindan oportunidades que no se pueden dejar de lado. Uno de estos casos es el del oro y el cobre, que se han convertido junto a la plata, zinc y litio, en el soporte presente y futuro del país, en fuentes adicionales de riqueza a la pesca, gas, agricultura y turismo, teniendo a la vez en perspectiva, amplitud para la industria forestal, petrolera y de minerales raros.
Con todo ese marco de oportunidades, los enemigos de adentro, las izquierdas burocráticas, tramitológicas, de resentimiento y retroceso, las izquierdas del odio, han acelerado nuevamente su guerra contra el progreso y el desarrollo, mediante millonarias campañas de desinformación y obstrucción a proyectos como Tía María, Conga, Poderosa y cuanto objetivo se les ocurra. En unos casos, atacan usando medios y acciones subversivas, ya que es su especialidad el terrorismo. En otros casos, arman historias “eco-ambientales” absolutamente falsas, para que la ciudadanía se confunda y ellos, los extremistas, ganen “solidaridad pública” de gentes manipuladas, volviéndolas contra la inversión privada nacional e internacional. Generan adeptos, militantes, activistas y fanáticos, usando la mentira como condimento de asimilación política.
Al momento, más de US $20,000 millones están detenidos por la inestabilidad política (con las elecciones 2026 ya convocadas, donde tienen “licencia para participar” más de cuarenta partidos de los que casi nadie sabe quiénes son o si existen en alguna lado). El principal obstáculo para el progreso y el desarrollo hoy en día es la política y con ella, sus operadores desde oenegés que gastan millones en desacreditar personas, instituciones, inversiones y posibilidades nacionales. Todo lo que no les resulta para el caos y la anarquía, lo desacreditan usando personas relacionadas con el ambiente mediático, académico y normativo, que se convierten en sus operadores gratuitos, aparentemente.
Los graves hechos ocurridos en Mina Poderosa desde hace tiempo, son clásicos de formaciones subversivas; las recientes declaraciones contra Tía María y Platanal, van por ese rumbo. En Tía María ya hubo acciones extremistas que ocasionaron no solo la paralización de las etapas preliminares a las obras primarias del proyecto, sino que trajeron “su añadido” mediante la suspensión de las labores escolares para miles de niños. La violencia, amenazas y ataques contra la educación en el Valle del Tambo, son obra de los extorsionadores de las izquierdas del odio que en distintas partes del país, usan el mismo método y accionar de Sendero luminoso, pero ahora tratando de confundir actos delincuenciales como si fueran protestas con fundamento.
De los ensañamientos que proclaman las izquierdas del odio, estar contra la minería formal es su obsesión y hay que denunciar este ataque contra el país.