Esta no es una denuncia, al contrario, es la narración fiel y textual de la estrategia violenta y agresiva de la izquierda del odio, que busca como sea, llegar al poder. Y para esa macabra y sucia operación, recurre a enfrentamientos, divisiones, intromisiones, amenazas, filtración de pruebas falsas, acusaciones infundadas, organización de conspiraciones, destrucción de instituciones, campañas de desprestigio y como es evidente, al uso de personas inocentes para que sean una especie de símbolos de la negada violencia que provocan. Parten de la muerte de la sociedad como proyecto, para acabar con la muerte de la Libertad como final.
Las izquierdas del odio son una sola razón social -sin RUC, pero con antecedentes- y se presentan separadas para luego enredarse entre ellas. Unas se dicen socialistas, otras progresistas, otras reformistas, algunas cívicas o ciudadanas, más allá se ubican las extremistas o relacionadas con la subversión y el terrorismo, la invasión violenta y toma la fuerza de propiedades públicas y privadas, también están las sindicalizadas y las que sin serlo, operan usando el miedo y la extorsión y pidiendo cupos laborales a empresas para cobrar por darte un trabajo…son muchas las caretas, los rostros maquillados de las izquierdas del odio, organizaciones criminales, mini cárteles que usan el robo, el secuestro, la extorsión, el chantaje, el amedrentamiento y la hostilización para hacerte creer que son víctimas, siendo operadores e instigadores de la criminalidad y la impunidad.
Es por esta múltiple forma de operar de las izquierdas del odio, que aunada a la plataforma mediática que les da soporte en decenas y cientos de páginas web, portales y centros de “troleo” donde manejan cuentas fantasmas que dan una “falsa imagen de apoyo popular”, que parecieran contar con respaldo ciudadano, con aceptación nacional, pero no es así, porque todo está entrelazado y fabricado para imaginar la mentira como verdad.
Hoy en día, estas izquierdas del odio “van por más” ya que “están en menos”. Sin embargo, se les ha descubierto en que consiste ese “van por más”: es en la violencia irracional, en crear víctimas fatales, en ver morir inocentes que los adoptan como si fueran sus militantes o tal vez, en lanzar a sus fanáticos activistas contra la legalidad, para provocar la represión de las fuerzas del orden. Así, intentan invadir aeropuertos y destruir las luces de las pistas de aterrizaje, ocupan sedes de juzgados y fiscalías para incendiarlos y desaparecer expedientes de sus cómplices subversivos, atacan Comisarías con artefactos explosivos y cuando la Policía se defiende, los atacantes fabrican heridos con sus propias armas para acusar a la Policía y en ese acto premeditado cuentan con apoyo de medios ideológicamente afines y oenegés que los proveen de abogados y publicidad “victimizatoria”.
Desde la derrota de Sendero luminoso y el MRTA, la izquierda del odio sigue buscando cómo hacer explotar la violencia otra vez, pero esa fórmula ya no les funciona más.