La sequedad política de la izquierda latinoamericana es muy dramática: no tiene discurso, carece de agenda, no construye liderazgos, no se moviliza para impulsar causas populares, adopta posiciones de observatorio en de vez de dirección y militancia, se agrieta sin cuadros y sin organización, va de tumbo en tumbo, hasta su propia tumba.
La izquierda se divide y subdivide por esporas, se dispersa en decenas sino centenas o miles de nombres comerciales que cambia constantemente para que no le digan “comunista” o “socialista” (porque les avergüenza su identidad); lo hacen para actuar en contiendas electorales donde su afán es cobrar interés y colocar interesados en cualquier cargo público para desde allí, lanzarse en los slogans de su propia moda: género, lgtbiq, machismo y feminismo, pueblos originarios, aborto libre desde niñas, exigencia de cupos y cuotas para determinados grupos poblacionales, reformas de todas las reformas, cambios de constituciones y lo que sea que sea diferente a lo que siempre les fue propicio y propio, como la lucha de clases, el anti imperialismo, la toma de tierras en el campo, las invasiones de propiedades públicas y privadas, la formación de sindicatos y promoción de la denominada propiedad social y comunidad industrial, las nacionalizaciones de la banca, medios de comunicación, empresas de servicios y extractivas. La revolución fue desapareciendo en el discurso, pero no en el oscuro sentimiento de odio y revancha, odio porque de eso se alimentan, revancha porque nadie les hizo caso y ahora tienen nubes de engaños para luego “cortar cabezas”.
Un discurso marxista leninista, con matices de la violencia maoísta, se puso “rosado” primero y “caviar” después: de violento permanente a dialogante rebelde, de dialogante rebelde a víctima resentida, de víctima resentida a intelectual de moda …para acercarse a los más jóvenes (ya no es a los más pobres) y a la academia, infiltrándola con debates, “análisis y estudios sociales” de cuanta cosa rara se les ocurriera, con tal de usar los fondos universitarios y de oenegés, ministerios y organismos públicos, en sus nuevos presupuestos que formaron referentes de la también nueva estructura “científica” de la sociedad. Como pueden notar, ya saben de dónde viene el caos, la anarquía, el derroche insensato y el sin rumbo de todo.
La izquierda es cualquier cosa, porque por sus fracasos el odio la consume y por su “inaceptación”, la violencia la agita para mostrarse con máscaras agradables, hasta que se descubre ella sola en su terror y resentimiento agresivo cuando asume el poder, por la tonta y frágil democracia que lo permite.
Acabar con la Libertad es el objetivo de la izquierda y en ese afán, las balas le sobran.