Recuerdo muy bien algunas conversaciones personales con Don Alfonso Barrantes Lingán y con Henry Pease, gentes que siendo de una posición denominada de izquierda, construyeron con ideas y propuestas de convergencia, opciones para que la ciudadanía les extendiera un voto de confianza, aunque como ellos mismos lo decían, “construir una plataforma electoral de izquierda en el Perú, significa estar apagando incendios todos los días, incendios provocados al interior de nuestros colectivos, por nuestras propias gentes” y eso, es lo que le ocurre cotidianamente ahora -pero en un nivel anfo y cocalero-, a los que desde de una dirigencia deplorable, extremista, petardista y neosenderista, se encuentran a diario repitiendo tonterías como si fuera un programa político que contribuyera a mejorar el debate y el cambio en democracia.
Don Alfonso, quien sabía conversar más con los de la vereda del frente, con la otra trinchera -la mía evidentemente-, fue un Alcalde de buenos recuerdos para Lima e inspiró algunas buenas iniciativas para el país. Es decir, se le recuerda cuando se piensa en la escasísima gente honesta de ese redil. Henry Pease, católico ferviente y militante de algunas ideas progresistas, fue un señor en la política y un gran catedrátrico universitario, jamás fue enemigo del Estado de Derecho, menos del diálogo.
Pero en cambio ahora, “en el siglo XXI de la oscuridad”, la izquierda, el comunismo de muchos nombres electorales pero misma escencia ideológica repulsiva, se ha ido multiplicando en mini cárteles distribuídos por especialidades crimino-feudales para el daño, creando marcas comerciales que fracasan, viviendo de slogans y rostros del odio, inaugurando decenas de grupitos explosivos que se anuncian como grandes, siendo escasos, pequeños, miserables en tamaño y miserables en mensajes, pero están allí y eso es lo que no observamos para destruirlos definitivamente. Son insectos del hambre y la devastación social y tenemos que repelerlos y exterminarlos en las ideas -que no las tienen pero convierten sus gritos en algo que parece ser eso, con ayuda de los medios de comunicación-, en las propuestas -que son ofensas y retrocesos-, y en las redes, que es la casa de todos para no callarnos.
La izquierda hoy, siempre extremista y vengativa de sus derrotas, ha acumulado un resentimiento tal, que se desborda de sus venas secas para contaminar el aire y las mentes de muchos ingenuos que se han reproducido por esporas. Y ante ello, no se puede descansar en su fumigación, no hay otra salida ante el gorgojo intelectual, la cucaracha analista y el congresista subversivo. Se les debe aplastar para limpiar el territorio de la Democracia y los caminos de la Libertad.
Si la izquierda todo lo destruye y tenemos identificado el mal de su protagonismo, simplemente hay que actuar.
Imágen referencial, plaga de langostas