Los tiempos van pasando y cambiando con enfoques y rumbos nuevos. La tecnología ha sido decisiva en la vida de las personas. Los que nacieron antes de las novedades tecnológicas han tenido que cambiar mucho para adaptarse a los nuevos modos de trabajar y de enfocar la realidad.
En muchos campos, como el de la medicina, por ejemplo, se ha avanzado mucho. El progreso del hombre ha conseguido planteamientos más eficaces y rápidos, con mejores resultados para vivir con más comodidades y con una eficacia mucho mayor.
Hay avances y retrocesos
A pesar de los avances y progresos surgen críticas evidentes y contundentes de aspectos que se han perdido y que la gente lo lamenta. No es solo la nostalgia de que “todo tiempo pasado fue mejor” sino haber caído en situaciones degradantes por la pérdida de valores y el aumento de una crisis estructural sin precedentes, que tiene muy preocupada a la humanidad.
Algunos dicen que en todos los tiempos existieron situaciones degradantes y que ahora, porque hay más medios de comunicación, todo parece mucho peor. Sin embargo si hacemos un análisis centrándonos en la conducta de las personas encontraremos retrocesos serios en comparación con las décadas anteriores.
¿Cuál es el origen de la degradación moral de las sociedades actuales?
Cuando yo estaba en el colegio, en la década de los años 60 del siglo pasado era muy raro, y una excepción, que hubiera algún divorcio en las familias de mis compañeros de colegio. Las familias que yo conocía en la infancia y en la adolescencia eran funcionales. Hoy, lamentablemente la excepción es al revés, son menos las familias funcionales que las disfuncionales.
Tenemos que admitir que existe un deterioro, bastante grande y elevado, de la familia. Poco a poco se ha ido destruyendo la familia con las consecuencias que todo eso trae: niños que no han recibido el cariño de sus padres unidos y que por lo tanto no han tenido una educación adecuada.
Desarreglos personales
De las familias disfuncionales han salido, salvo excepciones, personas con ciertas falencias en los aspectos humanos, (conductas desarregladas, dobles vidas, complicaciones de personalidad, fanfarronería y un afán grande de poder y de querer sobresalir. En muchos se puede evidenciar un exceso de autoestima y en otros, complejos y depresiones. Todo un abanico de dificultades y trastornos en la conducta y en las relaciones humanas.
Con este afán de querer sobresalir con un exceso de egoísmo se han multiplicado los pedantes, gente que en sus relaciones humanas actúa y muestran lo que no son. Ellos no respetan a nadie y creen que van a salir adelante siendo irreverentes, mal educados y arrogantes.
La misma sociedad motiva con sus discursos “líderes” que se preocupan solo de la imagen, están vacíos por dentro y aparentan, con sus formas y maneras, unos conocimientos que no tienen con unas afirmaciones contundentes, que muchas veces son hirientes.
Con la bandera de la “igualdad” no guardan respeto por las personas que lo merecen (por sus años, su trabajo y sus obras), creen que todos deben estar en la misma línea, aunque no hayan hecho méritos. Van a medrar en los trabajos y a manipular, donde puedan, para obtener beneficios propios.
¿Cómo revertir esta situación?
Solo la familia podrá devolverle a la sociedad los valores humanos que se han perdido. Es allí donde se educa mejor a las personas: cuando los esposos se quieren mucho y a través del amor entre ellos educan a los hijos. Esa es la experiencia de muchas personas que han recibido durante la infancia y la adolescencia el cuidado y el cariño de sus padres. Nada puede sustituir a la familia.
Es necesario rechazar con fuerza las campañas que existen para destruir a la familia porque eso sería destruir la sociedad y volver otra vez a la esclavitud, en mundos donde la violencia está presente todos los días.
Para tener en cuenta:
“Es pedante el que presume de manera inoportuna, a través de su actitud o sus palabras, de tener grandes conocimientos, o hace creer que los tiene” (Diccionario).
“Potestad es la Facultad para mandar o ejercer el poder sobre las personas o las cosas” (Diccionario).
“La autoridad, es el prestigio y crédito que se reconoce en una persona o institución, en razón de su legitimidad, calidad o competencia en algún ámbito o materia específica” (Diccionario).
“Como autoridad moral se denomina aquella que se impone mediante la coherencia que un individuo muestre entre sus palabras, sus valores y sus acciones. Como tal, la autoridad moral surge de nuestras acciones, de la manera en que mostramos a los demás la manera en que nos conducimos, tomamos decisiones y actuamos. De allí que se considere que la verdadera fuerza de la autoridad se encuentre en la autoridad moral”. (Diccionario, Significados).