Es complicado predecir, sin embargo muchas personas se atreven a especular sobre el futuro, sin verse a sí mismas reflejadas en ese futuro, porque “piensan solidariamente en los demás, se preocupan por los demás”.
Esa es la excusa perfecta y la imperfecta sinceridad, porque son muy pocos los que se preocupan del tema previsional en todo su contexto, en su complicada estructura y aún más, en traducirla a los partícipes de esta historia hacia las pensiones de sobrevivencia y jubilación. Porque no es sólo de jubilación que debemos y tenemos que hablar, sino de pensiones de sobrevivencia, sin las cuales, no existe destino.
Primero, pensiones de sobrevivencia y, unida a estas, pensiones de jubilación. No son excluyentes y eso hay que recalcarlo. Y quien no lo explique, está dejando de lado la transparencia.
En países donde existen varios sistemas de pensiones -estatales, privados, de las fuerzas armadas, de la policía-, que no son complementarios sino que compiten entre sí, al menos en el papel, en términos generales uno de ellos resulta un fracaso y los demás una decepción. Entonces, si te dan a escoger entre esas imágenes tan frustrantes, es lógico que quieras huir de uno, no caer en el segundo y ni pensar en cualquier otro. Agarras lo que menos te hace daño en tu opinión. Pero ¿Como formaste esa opinión?
Ese cuadro que parece un petroglifo determinado en tu vida, pesado por ser una carga, incambiable por ser así de inmovible, causa profundas reflexiones en los afiliados, ya que esta pandemia no es lo único que van a sufrir, ni lo único que vamos a padecer en el mundo. Entonces ¿Tendremos un futuro cierto en esto de las pensiones?