Si Mario Vargas Llosa hiciera un nuevo recorrido por las escenas de “Pantaleón y las Visitadoras”, tendría harto material para que la Presidencia del Consejo de Ministros de un país enteramente imaginario sea novelada como la actual “Pantilandia” o la zona del recreo de los usuarios más cercanos al placer y al poder. Cosas de la vida, chico.
En este ciclo de escenas de la vida irreal que nos estamos imaginando, un dueño temporal del gobierno que ejerce una Doña de pocas cualidades y recursos, es quien ha decidido por sí y ante sí, darle ayuda a sus amigas jóvenes que ha ido conociendo en compañías lujuriosas que tanto le fascinan, ya que como abogado e iletrado, con esa cara y ese verbo, con las costumbres y amigos que posee, no pasa de un nivel principiante en el arte de la seducción y el amor a billetes de renta también temporal. Cosas de la vida, chico.
Novelas de la vida y vida de novelas, de eso escribo hoy lunes de novelas, donde leo -cosa casual- que un inquilino precario del poder (no elegido, no votado, no representante de nada) es jefe de selección de las damas de los contratos cercanos a él, o sea, animador de ventajas y beneficios para su amigas o las que dicen ser sus cercanas amigas, aunque lo nieguen ellas cuando las pantallas les captan en plena salida de cosmetólogicas reuniones “oficiales”. Cosas de la vida, chico.
Pantaleón actual, es un “Albertón” como muchos otros pudieran ser o fueron o serán o serían. Y sus amigas son, a las que autos van, puestos vienen y ventajas les suceden, mientras el derrumbe moral es lo usual sobre la vida de los que estudian, trabajan, se sacrifican, luchan y sufren por ser mejores en la vida. El billete o en este caso, el poto, manda. Cosas de la vida, chico.
Los ríos profundos están contaminados, diría Arguedas, el sabio escribiendo, el peruano adolorido con las escenas del poder. Pero, esta es una novela de farandulerismo felizmente, la que cuento a cortos tiempos; no es una obra maestra ni de ningún maestro, al contrario, es el imaginario tablón de un teatro invertido de maldades y aprovechamientos, para que el placer sucio sea como el dinero sucio, contaminante de los ríos profundos y como finalizaría José Candelario “tres Patines”, es que son “cosas de la vida, chico”.