Te voy a contar una historia que parece el preludio para una novela de horror, no te asustes, no es de terror.
Se trata del Perú, un país imaginario que se convirtió en realidad, donde el 70% es informalidad, donde de cada 10 trabajadores, siete no existen en un futuro previsional, ni para la seguridad social de salud, menos para un seguro de cesantía; pero para los impuestos …a capturar sus bolsillos, te sacarán más de lo que sueñas.
¿Imaginabas doce millones de personas, hombres y mujeres, andando por allí, trabajando por acá, pagando impuestos directa o indirectamente, pero todos ellos, sin derechos a una pensión, a una jubilación, a un seguro de desempleo, a ser un número en la estadística de la producción? Ocurre, y sólo cinco millones lo tiene casi, casi todo eso que a doce millones les faltará siempre.
Entonces imagina ahora esta pandemia que ataca más a los más pobres, a los más viejos que son también los más pobres entre los pobres y te pregunto ¿Crees que algún gobierno ha planificado siquiera un deceso respetuoso para todos ellos?
Te cuento más: ningún hospital del Perú, ni uno solo cuenta con una mínima infraestructura de atención integral para los pacientes ancianos. No hay personal geriátrico entrenado en enfermería o soporte de enfermería, se cuenta con poquísimos médicos geriatras, cardiólogos o neumólogos. ¿Odontólogos geriatras, oftalmólogos geriatras? Ni uno.
El número de camas antiescaras, pabellones climatizados, respiradores o ventiladores mecánicos para ancianos con dispositivos adecuados, balones de oxígeno y medicamentos en cantidad y calidad óptima… es una ilusión. Así que si alguien te cuenta de planificación, simplemente no ha tenido la oportunidad de conocer la realidad.
Súmale los planes de cierre del país y de cada región ¿Dónde quedaron los viejos? Ni siquiera en las estadísticas. ¿Y los pobres? En el olvido, como siempre.
Vivimos un carnaval de anuncios, ordenes, disposiciones, gastos, préstamos con altos intereses en los mercados financieros de altas comisiones a los intermediarios, y por supuesto, de gran corrupción.
La planificación en la informalidad, es como manejar dormido en el centro de la ciudad, a ver si funciona o mueres.