Lo que viene ocurriendo en el país, es de sumo cuidado, porque se ha roto todo concepto de protección a los derechos humanos, en cuanto al debido proceso que se debe de garantizar en cualquier momento a las personas. No existen corroboraciones ni verificaciones de lo que “se dice” para que se puedan iniciar investigaciones o procesos judiciales. No existen evidencias que permitan construir legalmente un caso, pero se acusa con ventilador de odio, se allanan viviendas en horas de madrugada, para asustar, molestar e intimidar a la familia “del objetivo” de la trama política de daño.
Se usan supuestos para maltratar oponentes. Pero además, hay una prensa miserable que es parte de la construcción de estos actos y guiones. Es decir, una organización criminal que usa el poder procesal y el poder de la prensa… ¿para ajusticiar “personajes incómodos” en la agenda del gobierno y sus socios?
Una abitrariedad feroz está en escena. Se usan chats que no han sido sometidos a peritaje, se muestran textos de carpetas fiscales reservadas que no cuentan con conclusiones y se anticipan definiciones que se hacen públicas -siendo rebatibles-, para hundir honras y para castigar a los enemigos del poder caviar.
Hay una preeminencia para el ataque sobre determinadas personas. Se van “soltando” chismes y “dicen que dijo y se lo comentaron” para conseguir permisos de allanamientos. No hay razones fundamentadas que sustenten las acciones de un cuerpo policial con una autonomía fuera de la Ley y la Constitución. Esa es nuestra opinión sobre lo que estamos viendo cada día en el país.
Si las “pruebas” ya condenan a unos, ¿porqué no a otros, que son los que las expusieron?
Creemos que lo que afirmó Omar Chehade, ex Congresista y ex Vice presidente de la República, resulta algo que no hay que dejar de lado cuando dice : “La Diviac ha agarrado la fuerza que tenía la Gestapo y hace lo que quiere”. Y en el mismo sentido, coincidimos con Phillip Butters: “El Eficcop se ha convertido en una policía política”.
Este es el estado de cosas en el país. ¿Adónde llegaremos?