“Jim Walker (Rory Calhoun) es un antiguo rebelde que malvive aceptando trabajos sucios en una ciudad del Oeste de los Estados Unidos. Esta vez, tendrá que aceptar el trabajo de Sheriff para hacer frente a una oleada de ataques a diligencias que están teniendo lugar en las últimas semanas. Los responsables de estos ataques son los indios apaches que viven en los alrededores. Además de tener que lidiar con los nativos, Walker tendrá que hacer enfrentarse a un solitario pistolero que quiere robar un cargamento de oro”. (”Rebelión de los Apaches” película de 1965)
En las fiestas infantiles que teníamos de niños, nos pasaban películas de vaqueros que luchaban contra los indios. Los indios solían esconderse detrás de los cerros para atacar a la diligencia que venía siempre con dinero.
Los ataques eran brutales, venían montados en caballos con sus plumas y cabelleras sueltas, ataviados con arcos y flechas. Mientras galopaban se oían los alaridos aterradores que anunciaban muerte y destrucción.
No había ningún razonamiento, ni lógica, no se dialogaba. La guerra era constante y no paraba. Los vaqueros, que eran los blancos, salían a defenderse con sus pistolas, se eliminaban a los indios, hasta acabar con todos, aunque a veces alguno podía escapar.
Los vaqueros eran los buenos y los indios los malos
Los que veíamos esas películas aplaudíamos mucho el triunfo de los vaqueros. No había ninguna película donde ganaran los indios. Estaba claro que los indios eran los malos y los vaqueros los buenos.
Cuando llegaban nuestros cumpleaños los regalos preferidos eran las cartucheras con las pistolas, un chaleco con una estrella de Seriff, un sombrero de vaquero; y nos sacaban fotografías con esos atuendos.
Las poblaciones postergadas de hoy
Estas vivencias de la vida real de nuestra infancia nos ayudan a entender las diferencias reales que se dan hoy en el continente americano entre la población, que podríamos llamar indígena, generalmente campesina, y los que suelen vivir en las ciudades, con todas las comodidades de la modernidad.
Sin ir muy lejos, en nuestro propio país tenemos una numerosa población indígena, que es además indigente por falta de recursos, viven con lo mínimo y son, en su mayoría, ignorantes. Son poblaciones abandonadas y muchas veces olvidadas.
Estas poblaciones están mirando, cada vez con más interés, a las poblaciones de las grandes ciudades que tienen recursos y viven gozando de una vida bastante solvente, con acceso a una educación de calidad, que les permite capacitarse en múltiples campos de la ciencia y de la cultura.
Dos poblaciones reales y distantes
Si miramos la realidad tenemos que ver y reconocer las diferencias grandes que se dan entre unos y otros.
Quienes se encuentran en inferioridad de condiciones, estuvieron acostumbrados a vivir, durante años, sin tener grandes ambiciones, y a quedarse postergados a subsistir sin mayores recursos para que puedan progresar.
El poder mediático y las ideologías de odio
El progreso de los medios de comunicación modernos, en los últimos años, ha llegado hasta los sitios más alejados.
Hoy, esa población, que se ha sentido siempre postergada, se está despertando, y además es azuzada por ideologías de violencia, donde unos cuantos instigadores, muchos de ellos delincuentes, (nacotraficantes, terroristas), quieren aprovecharse de situaciones de descontento, para sembrar odio y sacar ellos una buena tajada, sin que les importe nada la suerte de las poblaciones vulnerables.
Los descuidos y los olvidos
Si no se ha hecho algo por ellos, para sacarlos de la indigencia y de la ignorancia, es lógico que pueda alimentarse una protesta que puede ir creciendo hasta llegar a explotar en una brutal rebelión, como las turbas de indios apaches que perseguían a la diligencia para quedarse con el botín, sin que les importara dejar muertos en el camino.
Urge recordar a todo el mundo, al margen de las ideologías y de la política, que todos los seres humanos debemos ser fraternos, ayudarnos unos a otros.
Eso es lo que la Iglesia nos enseña, no podemos ser indiferentes a la miseria humana, a todos nos toca involucrarnos para que haya justicia y solidaridad entre los seres humanos, si no queremos morir de un flechazo.
Imagen referencial, batalla en el viejo oeste con Fort Apache